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Pachi es un fenómeno, un nuevo Pablo Iglesias” escribe con ironía un lector en Galicia Confidencial. “Alguien que fue del CDS e intentó ser del PP, no puede liderar el PSOE”, puntualiza otro; “el mejor alumno de Baltar”, añade un tercero.

Aunque suena a vasco, como Jorquera, en Galicia Pachi es Manuel Vázquez Fernández, 58 años, médico, diez años alcalde de O Carballiño y conselleiro de Medio Ambiente con Touriño; un resistente, un corredor de fondo capaz de dar sorpresas. Contra todo pronóstico interno, Pachi podría no ser el próximo Presidente de la Xunta de Galicia:

-¿Y por qué no?, mira Rajoy hasta dónde llegó, ¿quién hubiera dado un duro por él cuando presidía la Diputación de Pontevedra?

Para ser candidato del PSdeG-PSOE, Pachi ha sembrado el camino de cadáveres políticos y de incumplimientos. En el congreso socialista del 98, Pachi apoyó a Cortizo y ambos perdieron. Cortizo se fue al exilio dorado en América y Pachi reapareció como conselleiro de Touriño. Cuando Touriño perdió y Pepe Blanco le señaló la puerta de salida –de modo muy poco elegante y sin contemplaciones-, Touriño se fue dignamente y Pachi, adalid del touriñismo, se reencarnó en el hombre de confianza de Pepe Blanco, el fiel que iba a guardar la silla al entonces ministro. Pero Blanco también cayó y el hábil Pachi continuó su zig-zag por los entresijos de un partido ninguneado por sus dirigentes y deshecho en guerritas mezquinas tipo “quítate tú, para ponerme yo”.

Pepe Blanco se las tiene juradas por birlarle la silla; en el congreso de marzo, Blanco promovió contra Pachi la candidatura de Elena Espinosa, quien perdió por escaso margen. Espinosa –entonces apoyada por Caamaño, representante en Galicia de la vía Chacón, ahora aliado con Pachi; disculpe el lector lo engorroso de la trama familiar-; Espinosa, digo, prometió primarias.

-¡Y yo más!, proclamó solemne Pachi en la sesión de clausura del XII Congreso, donde comprometió públicamente su palabra de convocar de inmediato primarias para elegir el candidato socialista a la Xunta, dando voz a la militancia.

Pero, si te he visto, no me acuerdo. Pachi escribe derecho con renglones torcidos: hizo aprobar un calendario imposible, estiró los tiempos como un chicle pegajoso con el que tapó la boca a las bases y llegó a finales de septiembre sin candidato y sin primarias. La sola incompetencia, como secretario general, de tener al partido sin candidato a las puertas de unas elecciones anunciadas, invalida a Pachi Vázquez como gestor político.

Cuando Feijóo anticipó los comicios, hizo a Pachi un inmenso favor que ayer mismo le recordaba en un mitin en Vigo: “Estás ahí gracias a mi, y por los pelos”, vino a decirle. Este grave incumplimiento de su palabra ante los socialistas gallegos invalida a Pachi Vázquez también como candidato: ¿qué confianza inspira quien no fue capaz de confiar en sus propias bases?

Proclamado Pachi en tiempo de descuento, llegó la confección de listas y Caamaño montó el cirio en A Coruña cepillándose a los críticos y de paso a alguno de los mejores parlamentarios de la legislatura anterior, como Lage Tuñas y Leiceaga. Todo eso ocurrió este verano, hace pocos días y sé que es inoportuno recordarlo en campaña. ¡A quién le importan ahora estas memeces: democracia interna, palabra dada, coherencia!

-No seas tan duro con Pachi, de todos los Blanco, Caamaño, Espinosa, Cortizo, Moreda, Caballero… Pachi es el mejor con diferencia –me advierte un militante histórico.

Sí, yo también pienso que Pachi es el mejor de todos ellos; pero ese dato solo indica el nivel de una generación amortizada, incluidos muy destacados cargos del PSdeG que estuvieron durante décadas en el consejo de Caixa Galicia y viajaron en aviones privados a celebrar reuniones de lujo en Moscú o Nueva York. Quizás si Pachi, o el Fiscal, buscaran ahí, encontrarían buena parte del dinero que les robaron a pequeños ahorradores con las preferentes.

En el PSOE gallego muchos militantes honrados piensan que Pachi no es la solución, sino parte del problema, como Rubalcaba en Madrid. Sin candidato y sin proyecto, con una militancia desmotivada y desorientada, Pachi se ha pasado estos cuatro años viviendo de la oposición a Feijóo, que le está muy agradecido. Porque, en el fondo, Feijóo y Pachi se quieren: Feijóo hizo a Pachi candidato y Pachi hará a Feijóo presidente.

Por eso, el 22 de Octubre el PSdeG empezará una larga travesía del desierto: la esperanza del socialismo gallego está en militantes sanos, que los hay, que apenas han cumplido los treinta años y nunca han subido en coche oficial.

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