Alemania y la gran banca deberían hacernos la ola a los países deudores, que sustentamos sus beneficios. Pero Europa tiembla porque su negociete puede estallar. Brasil simboliza el modelo alternativo, menos obediente al FMI y a los mercados financieros.
La cosa es bien sencilla. Si por ventura tienes un millón de euros y se los dejas al banco en depósito, el banco te paga, pongamos un 2 o un 3%. Si, por el contrario, quieres montar un negocio o comprar una vivienda y pides un préstamo, el banco te cobra, pongamos un 5 o un 7%.
¿Quién es más rentable para el banco, quién le produce más beneficio? ¿El ciudadano rico, que le presta sus ahorros y cobra un poco por ello, o el ciudadano gastador o inversor, que pide el préstamo y paga intereses, comisiones, suscribe pólizas de seguro y tarjetas de crédito “voluntarias” y otras menudencias?
Apuremos el argumento: imaginemos un banco que solo tenga impositores depositando sus ahorrillos y cobrando cada año su 2%: en menos de un mes, el banco quiebra, porque el negocio del banco es prestar. O, por decirlo mejor, coger dinero barato con una mano y venderlo caro con la otra.
De modo que, aunque sea una verdad de Perogrullo, conviene recordarlo de vez en cuando: el verdadero negocio del banco son sus acreedores; cuantos más acreedores tenga, más intereses recibe el banco. Por eso, nunca he comprendido por qué los bancos maltratan y desprecian tanto a quienes generan su beneficio. En treinta años, mi banco jamás me ha remunerado un euro, pero yo le he pagado cienes y cienes en comisiones, intereses ordinarios y de demora, gastos de estudio. Varios millones de zoquetes pagamos religiosamente el sueldo de Botín.
Veamos ahora qué ocurre en nuestra Europa de los mercaderes. Igual que en la banca, hay países ahorradores y países deudores. Los ahorradores cobran; los deudores pagan. Alemania –que es la dueña del maquinillo de hacer euros- presta dinero a los eurodrogadictos para que compremos sus productos y nos cobra intereses por el dinero prestado. Doble beneficio, el industrial y el financiero.
Los PIGS, Portugal, Irlanda, Grecia, Spain, pagamos sustanciosos intereses: cuanto más alta sea la deuda, más pagamos y mejor para la banca alemana. ¿Debemos 800.000 millones? Pues nos prestan 100.000 más y ahora tendremos que pagar un diez por ciento adicional de intereses. Pagamos 30.000 millones al año solo en intereses: prácticamente todo lo que el Estado recauda a mayores con la subida del IVA. Lo pagamos, pues, los ciudadanos.
Alemania y la banca alemana debería hacernos la ola. Pero todo tiene un límite: su preocupación aquí y ahora es que, de tanto exprimirlo, reviente el negocio. Viene la Presidenta Dilma Rousseff –la tercera mujer más poderosa del mundo, dicen- y cuenta que Brasil desobedeció las órdenes del FMI, destinó el dinero público a los ciudadanos en vez de a la banca y en cuatro años, el país despegó.
Si en la vieja y decrépita Europa gobernara Dilma y su Partido de los Trabajadores en vez de Angela Merkel, las cosas podrían ser muy distintas. Créanme, amigos y amigas: estoy pensando seriamente en emigrar a Brasil.
Foto: Everlater