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¿Espadaña, Nueva Crónica de Yndias, daguerrotipos? Busco título para mi sección dominical en La Nueva Crónica y acudo a los clásicos. Acaricio el lomo anaranjado de Historia de la prensa leonesa, del bienquerido profesor y colega José Antonio Carro Celada, publicado en 1984 en Breviarios de la Calle del Pez. Esta colección de libros sería la única razón de peso para mantener la Diputación Provincial de León, por lo demás tan prescindible como los macrosueldos de su Presidenta.
-Empiezas haciendo amigos, Carrera.

Apelo a Séneca: “Preferiría ofender con la verdad a complacer con adulaciones”. Así entendían el periodismo los liberales leoneses que, a principios del siglo XIX, se jugaban el pellejo desafiando la censura absolutista de Fernando VII. Un juez de imprenta, el abate Melón -la iglesia católica siempre en vanguardia-, ejercía la censura previa. En este contexto, y al calor del levantamiento contra la invasión francesa, nació el 22 de diciembre de 1808 el primer periódico leonés, El Manifiesto de León, editado por el coronel liberal Luis de Sosa, perseguido por los conservadores leoneses, al que siguieron Conversaciones del día, Mercurio Sublantino, El Pescador de León, El Redactor de León, El Porvenir de León, El Hurón, Fray Gerundio, El tío Bartolo, El Cisne, El Legionario, Heraldo del Bierzo, Bierzo Nuevo, El Templario: fueron las webs y bitácoras de los siglos XIX y XX, heréticas, revolucionarias, leídos por minorías (Mercurio llegó a cincuenta suscripciones), siempre incómodas para las autoridades, ayer como hoy.

El historiador Óscar González ha estudiado los orígenes de la prensa leonesa, nacida en tiempos de revolución, no más turbios que estos años nuestros del Expolio, que llaman crisis, en los que mueren y nacen periódicos y blogs con la misma vocación y entusiasmo que hace doscientos años, cuando la prensa se vendía a un real el pliego.

Con la vocación y entusiasmo con que nace en 2013 -si no es en agosto, lo será en el mes del mosto- La Nueva Crónica, que debe ser bienvenida a esta tarea colectiva de los periodistas: contar la historia día a día. En la estela del Manifiesto de 1808, hoy comienza a escribirse una nueva página de la historia del periodismo leonés y berciano, que es la historia de nosotros mismos. Releyendo aquellas cabeceras rescatadas por Carro Celada y Óscar González, encontramos huellas de nuestros tatarabuelos, que vivieron la francesada, o murieron en las guerras carlistas, y no llamaban “crisis” ni otras paparruchas inventadas por el marketing del capitalismo financiero a su existencia dura y exigente, austera.

La Nueva Crónica nos convoca a sembrar de huellas para los nietos venideros nuevas páginas de periodismo leonés y berciano. Espadañas, crónicas de Yndias, daguerrotipos, manifiestos, conversaciones del día: bebo en las fuentes clásicas y aprendo de Luis de Sosa y de Modesto Lafuente, pioneros y maestros de periodistas; y me quedo, para esta nueva aventura, con Fray Gerundio “que aplicaba su sátira implacable –escribe Carro Celada- contra todo tipo de abusos y abusones”.

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