Salomé Soria sirve al rey Mariano Herodes la cabeza de Brufau en bandeja de plata.
Los pobres del mundo uníos, los miserables que decía Víctor Hugo, apenas sabemos nada de los intríngulis del poder, de los resortes secretos, de cómo operan en la sombra, de cómo trafican con vidas, haciendas, derechos, expectativas, opas hostiles y pactos preferentes. Los ricos y poderosos llevan el mundo por montera, despachan faxes encriptados con la facilidad de un eructo, cierran tratos con un dossier sobre las costumbres sexuales del enemigo guardado en la cartera, rinden y manejan gobiernos y judicaturas, desprecian la ley.
Algún día deberá contarse en qué consiste de verdad el trabajo de algunos “prestigiosos” bufetes al servicio de los centros neurálgicos del capitalismo salvaje -abogados, economistas, auditores, asesores financieros, inspectores de Hacienda, ministros de industria y otros cooperadores necesarios-, respondiendo solo a esta pregunta: ¿está usted con los policías o con los ladrones?
A estas alturas del sainete Repsol, los mortales hemos perdido el hilo. No sabemos si Brufau está con los policías o con los ladrones. Cuando el gobierno argentino expropió YPF por la cara, parecía que Brufau era de los buenos y Cristina Kirchner una bandolera: repasen las crónicas de entonces. Ahora que el ministro Soria ha ido a cerrar el pacto de la vergüenza (o de la desvergüenza), parece que la Kirchner lidera el renacer de Repsol y el tal Brufau es un apestado, un estorbo cuya cabeza va a servir el ministro canario, travestido de Salomé, al rey Mariano Herodes en bandeja de plata, para complacer a a sus amigos mexicanos de Pemex.
Un sainete bíblico o una feria de truhanes, intercambiando cromos como niños:
-Te doy los yacimientos de Vaca Muerta a cambio de unos floteles en Galicia.
-Vale, pero de los 10.000 millones de dólares, olvídate.
-¡Presidente! Hemos hecho un negocio redondo: nos dan 5.000 millones en bonos basura y dos floteles.
-¡Compra!
Vienen a por lo suyo los nietos de Bolívar
Elegantes despachos de abogados redactan los contratos de la ignominia: pongamos en letra de molde la tomadura de pelo, al carajo el patriotismo barato que exhibimos al día siguiente del expolio de YPF, ¡viva México!, ¡viva Canarias! Para el diario El País, que escribe a su dictado, Brufau es un héroe victorioso: ha doblegado al enemigo. Para otros medios es un ídolo caído, ahora el que manda es Fainé, aunque con sesenta millones de indemnización, Brufau bien podrá pagarse un capricho. Ya suenan nombres de sucesores del Hernán Cortés que plantó cara a la Kirchner: el gobierno Rajoy lo da por amortizado, enterrarán su legado en Vaca Muerta, bajo una bandera mexicana.
Bajo la Hégira Borbónica está comenzando el viaje de vuelta a la Madre Patria: Pemex establecerá una cabeza de puente en Punta Langosteira para emprender su propia Reconquista. De momento, ya ha comprado en Vigo el astillero Barreras baratito, por cinco millones, una risa; y en la Xunta dicen que Pemex encargará en Galicia dos floteis por unos trescientos millones de euros mal contados, el primer plazo por quedarse Repsol, a pachas con YPF.
Ellos son los nietos de Bolívar y nosotros los indígenas recuperando el taparrabos para contemplar el ocaso de España, donde no se ponía el sol. Vayan empezando a estudiar maya, náhuatl y quechua.