—Objetivo 2030 de la ONU: “Reducir todas las formas de violencia. Poner fin al maltrato, la explotación, la trata y la tortura contra los niños”.
―”Nadie nace ilegal ni clandestino, pero millones de personas tienen la desgracia de nacer pobres”.
—El saqueo de otro país, otro pueblo, otro territorio, es la primera fuente de inseguridad y pobreza.
Paz y justicia, dice el ODS 16 de la ONU; Justicia y paz, proclamaba ya en 1967 el Concilio Vaticano II; pues claro, ¿quién no quiere para su país y su gente, y para todos los humanos y humanas, paz y justicia, justicia y paz? Pero, ¿quién le pone el cascabel al gato?
Paz, justicia e instituciones sólidas, para decirlo completo: “Sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles”.
El ODS 16 de la ONU es, como el de la igualdad, transversal: sin justicia no hay paz posible; sin igualdad no hay justicia posible; sin igualdad no hay desarrollo sostenible. Hablamos de desterrar de nuestra convivencia todas las formas de violencia, maltrato, explotación, tráfico de personas, tortura y todas las formas de violencia contra la infancia.
Por ejemplo, la prostitución como forma de violencia directa contra millones de mujeres pobres en todo el mundo. Escribo “mujeres pobres” porque prostitución, violencia y pobreza van asociadas: tráfico de seres humanos. Que en España ni siquiera está prohibido, ni castigado, ni perseguido ni nada: si tienen alguna duda, salgan a disiparla en cualquier puticlub de ciudad o carretera, a pocos metros de su casa. Violencia ejercida cada noche, en lugares públicamente conocidos y frecuentados. No es prostitución, es injusticia, como también lo es la violencia sexual con menores en manos de religiosos depravados, con carácter sistémico, o la homofobia y el acoso al diferente en cualquiera de sus formas.
O el hacinamiento de rehenes de guerra en campos de concentración en Grecia y Líbano, a las puertas de Europa. Es violencia, es injusticia. Y la censura y represión de la libertad de expresión, primer escalón siempre hacia el totalitarismo: es también injusticia.
Las Metas del ODS 16 proponen a la sociedad y a los gobiernos “Reducir todas las formas de violencia y las correspondientes tasas de mortalidad en todo el mundo. Poner fin al maltrato, la explotación, la trata y todas las formas de violencia y tortura contra los niños. Promover el estado de derecho en los planos nacional e internacional y garantizar la igualdad de acceso a la justicia para todos. De aquí a 2030, reducir las corrientes financieras y de armas ilícitas, fortalecer la recuperación y devolución de los activos robados y luchar contra todas las formas de delincuencia organizada. Reducir la corrupción y el soborno en todas sus formas”.
Delincuencia organizada no son solo las mafias que trafican con inmigrantes subsaharianos en la lonja mortal del Mediterráneo; también son delincuentes organizados los Estados-Pilatos que se lavan las manos y se ponen de perfil ante la continua violación de la Declaración de los Derechos Humanos: ninguna persona es ilegal. Nadie nace ilegal ni clandestino, pero millones de personas tienen la desgracia de nacer pobres [nunca un rico o adinerado tuvo problemas de frontera o pasaporte].
Asistimos a guerras ―a veces se dice conflictos de baja intensidad, como si una guerra pudiera ser más suave o contenida que otra― a capricho de naciones, estados e imperios. Guerras invasoras, guerras preventivas, guerras tribales, guerras religiosas: cualquier excusa basta para seguir fabricando armas, toneladas de bombas, aviones de combate y misiles mortíferos. La floreciente industria de la muerte.
“La violencia armada y la inseguridad ―nos dice la ONU― tienen un efecto destructivo en el desarrollo de un país, que afecta al crecimiento económico y que suele provocar agravios persistentes entre las comunidades. La violencia, en todas sus formas, tiene un efecto generalizado en las sociedades. La violencia afecta a la salud, el desarrollo y el bienestar de los niños, así como a su capacidad para prosperar, y provoca traumas y debilita la inclusión social”.
En el otro lado, el ODS 16 toca la aldaba de nuestras conciencias y apela a la paz y a la justicia como mandato único de la gobernanza mundial: un mandato que excluye la codicia de los países invasores, aves de rapiña sobre la riqueza de sus colonias. El saqueo de lo ajeno ―de otro país, otro pueblo, otro territorio― es la primera fuente de inseguridad y pobreza. Sin paz y justicia, no podremos alcanzar ninguno de los ODS: no hay economía verde o sostenible ni ecosistema protegido que puedan existir y perdurar si no es sobre los sólidos pilares de la justicia y la paz..
—Alto Comisionado de España para la Agenda 2030.
—El salto diario: Galicia se destiñe: siete décadas de errores en la gestión forestal.
―ODS 15 DE LA ONU.
―PORTALPAULA.ORG.