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A diferencia de las derechas, que siguen el consejo no sé si apócrifo de Franco, “Haga como yo, no se meta en política”, pienso que la Política, con mayúscula, es la más noble de las ocupaciones, junto con la medicina y la enseñanza. Tres oficios consagrados al bien común, al servicio de los ciudadanos, a la gobernanza de lo público, que es exactamente lo que significa la tan denostada palabra.

La  «Política», el arte y el oficio del bien común, es una valiosa herencia de la polis griega: en vez de perder su tiempo con los PDE (putos debates electorales), lean por favor La democracia ateniense del sabio Francisco Rodríguez Adrados.

(…)

Gobernar es sobre todo escuchar. Valorar, ponderar, razonar. Gobernar es sentir empatía con los más necesitados, con los indefensos, la gente humilde que hace horas y meses de espera en los pasillos de los hospitales públicos o ve cómo sus hijas, con notas brillantes, tienen que emigrar a Alemania o al Reino Unido, donde ya hay 6.000 jóvenes investigadores españoles dándolo todo. Muchas de ellas ni siquiera podrán votar.

Cada vez que alguien hable de tonterías, está ocultando un problema real: ríos de tinta sobre el chalé de Pablo Iglesias, pero silencio sepulcral sobre los privilegios confesionales, los sobones con sotana o las corruptelas monárquicas, candado a las cloacas policiales y bancarias, niebla sobre las grandes estafas de los Pescanovas, Carceller, Victorinos, Florentinos, Villar Mir y otros grandes sabuesos, prohombres que pagan campañas, pero tampoco se meten en política.

Frente al secuestro de la Política, que convierte el Parlamento en un plató de Gran Hermano, nuestro deber ciudadano es meternos en Política, con mayúscula: pensar, leer, escuchar, cuestionar, separar el trigo de las promesas de paja, aventar el postureo. En definitiva, practicar la democracia y la igualdad, participar de tú a tú, y votar a conciencia; y al día siguiente, exigir el cumplimiento de lo votado.

No hagan caso a Franco y no tengan miedo: métanse en Política. ¡Arriba las ramas!

[Viñeta de Forges. Leer artículo completo en La Nueva Crónica].