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Video blog de Valentín Carrera en EfeVerde:

―La Audiencia Nacional condena el delito económico, pero veinte años de crímenes ecológicos siguen impunes

Esta semana iba a hablaros de la contaminación marina y su repercusión en el cambio climático cuando, a media mañana, salta en los teletipos una noticia que acapara toda mi atención: la Audiencia Nacional condena a varios años de cárcel a la cúpula de Pescanova.

Hace seis años escribí el libro “Pescanova Crimen Perfecto”, en el que se cuenta cómo y por qué se produjo la estafa piramidal de la empresa Pescanova, que evaporó 4000 millones de euros en facturas falsas, con testaferros y paraísos fiscales. La Audiencia Nacional confirma punto por punto lo que escribí en 2014 y acredita el valor del periodismo de investigación: sin nosotros, los malditos periodistas, no se destaparían los casos de corrupción que saltan de portada en portada.

La pregunta que me hago en este blog, sin embargo, es sobre el carácter sostenible de una multinacional como Pescanova: ¿Por qué ―desde el punto de vista de la ecología y la sostenibilidad― se hundió Pescanova?

Dejemos en manos de los jueves el robo y el saqueo de los 4000 millones, para reflexionar sobre ese modelo de empresa que hizo posible semejante desfalco: una multinacional global, basada en la explotación ―sin escrúpulos ni límites― de los ricos caladeros de Somalia, Sudáfrica, Namibia o Chile. Una empresa colonial, esclavista: mano de obra barata, dinero fácil, negocios con dictaduras del Tercer Mundo.

Un modelo de acuicultura intensiva: millones de rodaballos o salmones criados con piensos y antibióticos, cuya producción y consumo compromete nuestra salud y la del planeta. Y un sistema de pesca y congelación en alta mar brutal, también insostenible, capaz de agotar los caladeros más ricos. Una voracidad insaciable, una empresa basada en la codicia. Quizás por ello, en la publicidad de Pescanova un niño vestido de marinero decía: “Mola ser pirata”.

Sabíamos, y la sentencia lo confirma, que Pescanova era una empresa pirata ante el código penal y ante el código mercantil; pero mucho más grave ―y esto aún no ha sido juzgado por ningún tribunal―, es que Pescanova era una empresa pirata en derechos humanos y en delitos contra la naturaleza, un Titanic suicida sembrando de basura el mar, un disparate ecológico disfrazado de éxito empresarial.

Está bien que la Audiencia Nacional juzgue un delito económico, pero más grave aún son los veinte años de delito ecológico continuado en las costas gallegas y en todos los mares del planeta. Y ese delito quedará impune.

A pesar de todo, la primavera avanza.