Tienen la cabeza llena de semen y están obsesionados: en vez de hidrocefalia, padecen semencefalia, la enfermedad del sacerdocio.
Viven en un mundo aparte, una secta en la que media humanidad, las mujeres, están prohibidas: se educan en seminarios masculinos, donde nadie mete mano a nadie; se reúnen en cónclaves en los que son ellos, travestidos, quienes llevan faldas y gorritos cárdenos. Mientras hablan de teología, las monjitas les cocinan y lavan sus miserias.
Se prohíben los asuntos más normales de la existencia: el sexo, la paternidad, la pareja, la compañía. Viven y mueren con demasiada soledad y, puesto que somos mamíferos, carentes de ternura: nadie les toca la piel ni les abraza sanamente. Todo a su alrededor son tocamientos impuros.
Todo es enfermizo si tienes la cabeza rebosante de semen y el cuerpo cargado de frustraciones: ¡copulen un poquito y se les pasará! Reprimidos y castigados, se pasan el día dando consejos al prójimo sobre asuntos en los que son analfabetos emocionales.
Cardenales que opinan que la homosexualidad se cura, obispos que predican la sumisión de la mujer, sacerdotes que afirman que el cáncer de Pedro Zerolo es un castigo divino. No conocen la caridad: poseídos de tan inmensa soberbia, elegidos por dios, se creen superiores a los demás y pretenden gobernar nuestras vidas y albedríos. ¡Dejadnos en paz con nuestros hijos y divorcios, con nuestras parejas de colorines, con nuestros abrazos y caricias!
La abstinencia sexual, a la fuerza ahorcan, puede ser una opción más o menos voluntaria. Sin embargo, el celibato es una imposición contraria a los Derechos Humanos, que debiera estar sancionada penalmente, como la ablación o los malos tratos. Prohibir y atemorizar con amenazas infernales, como hace la Iglesia Católica, es un maltrato.
“Semen retentum, venenum est”: de tanto semen retenido en sus cuerpos y en sus mentes, están envenenados. Lean La puta de Babilonia, de Fernando Vallejo, Seix-Barral; y, cada vez que vean una sotana, cambien a sus hijos de colegio.
Imagen: Navarra Confidencial, El celibato como causa de la pederastia