No tengo ninguna simpatía por Jordi Pujol. No se la tuve nunca, creo que jamás escribí nada a su favor. Siempre me pareció parte de la bazofia política que controla este país desde la Gloriosa Transición: no fui yo quien se metió con él en la cama, sino Felipe González y José María Aznar, por riguroso turno, e incluso Rajoy en sus mejores momentos eróticos, abrazados en el Pacto del Majestic.
No somos los ciudadanos quienes tenemos que explicar nuestras amistades peligrosas con el pujolismo, sino una pandilla de monclovitas mediocres que llevan treinta años saqueando las ubres públicas, unos aquí, otros allí, con los mismos procedimientos, las mismas mafias e idénticos paraísos fiscales. Incluso han compartido contratos, 3% y testaferros. A otro perro con ese hueso.
Enviar ahora 200 policías, escenificando La noche más oscura, la captura de Bin Landen por la unidad de élite de los SEAL, son fuegos artificiales en vísperas de elecciones: ya veremos si la traca final estalla bajo el trasero de quien enciende la mecha. Pero dado que en PP y en Convergencia hay robos equivalentes y comisiones compartidas, sería estupendo, y muy simétrico, que un juez ordenara el registro del domicilio de Aznar, por si escondiera algo de la financiación ilegal del PP. No vaya a ser que nos estemos perdiendo un capítulo apasionante.
En todo caso, es inverosímil que el clan Pujol, Aznar o Rato guarden en la mesilla de noche algún papel comprometedor: ¡han tenido tiempo de pasar la trituradora cien veces! Con una Justicia ciega, sorda y muda, la pirotecnia policial llega tarde, mal y arrastro: lo importante es el Telediario.
Si por mí fuera, Pujol, Aznar, Rato y cuantos hayan metido la mano en la caja, que devuelvan lo robado y se pudran en el trullo. O mejor, que se rehabiliten en tareas sociales, como Berlusconi, que ya vuelve a las andadas, apoyando a Rajoy. Metan ustedes en el lote a Artur Mas: como diría Berlanga, “¡Todos a la cárcel!”. Ahora bien: Pujol hace tiempo que está fuera de combate, políticamente muerto, y también Mas está amortizado: hace tiempo que es un zombi político programado por Junqueras. ¡Tanta valentía a destiempo, de quienes fueron sus socios privilegiados durante legislaturas, es patética! A moros muertos, todo son lanzadas.
Toda esta agua pasada no mueve el molino: si Rajoy y sus palmeros creen que la cuestión catalana se resuelve inhabilitando a Mas y mandando los Geos a Pujol, se equivocan. Avivan la llama del fuego y se hacen mutuamente la campaña electoral (“Rajoy nunca nos falla”, declaró hace poco Forcadell, la nueva presidenta del parlamento). Quienes en 1996 tenían un solo diputado, Carod-Rovira, gracias a los esfuerzos del PP hoy tienen mayoría absoluta en el Parlamento catalán: tal es la miopía política cortoplacista de Rajoy.
Pero quien juego con fuego se quema. La cuestión catalana –conviene releer el debate de Azaña y Ortega en las Cortes en 1931–, ni se resuelve ni se disuelve: se conlleva. 2016-2020 será la legislatura de la conllevancia. El derecho de pernada pertenece al feudalismo de la era Pujol-Aznar, de la que el dúo Mas-Rajoy es un colofón residual. Lo que necesitamos es barrer toda esa escoria política, toda esta cantinela viejuna y empezar un tiempo nuevo, pero nuevo de verdad. Las gentes de este país tenemos hasta el 20D para construir una buena escoba: no nos merecemos toda esta gentuza.
@ValentinCarrera
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