Hoy va usted a votar o no. Como está prohibido pedir el voto, y a los discípulos de Oscar Wilde nos gusta sucumbir a la tentación, aprovecharé esta ventana que la generosidad de LNC me abre cada domingo para pedir el voto a favor de… ¡alto ahí! Lea usted hasta el final si quiere saberlo. Si no le interesa, para usted esta columna acaba aquí.
Quiero pedirles el voto para una mujer: el techo de cristal en la política sigue siendo una pesada losa. Más allá de algunas lideresas, como Juanita Calamidad o Rita la Cantaora, la presencia de hombres en puestos clave de la sociedad multiplica la de mujeres por diez o por cien, según donde se haga el corte. Seguimos en la prehistoria y seguiremos en la caverna hasta que no sean paritarios (50% hombres/50% mujeres) el Alto Estado Mayor del Ejército, la Conferencia Episcopal y el IBEX35, que son los que mandan. Como decía Geluco Guerreiro: “Rajoy y Rubalcaba solo son dos empleados de Botín”.
Que la mujer no tenga aún verdadero peso, lastra un modo masculino de ver y hacer política anclado en el Antiguo Régimen. Otra sensibilidad y otra forma de hacer política son posibles. Así pues, excluyan de las listas de su pueblo todas las candidaturas encabezadas por hombres y quédense con las abiertas por mujeres.
En segundo lugar, les pido el voto para una mujer que en sus mitines y debates no haya insultado a ningún otro candidato o candidata. Repasen los últimos días de campaña y donde encuentren una lideresa gritona y vociferante, táchenla con lápiz rojo, y sigan buscando esa carmena dialogante y sosegada que hay en cada pueblo: conozco unas cuantas, lástima que no se presenten. Tachen sin piedad todo lo que suene a exasperación y malos modos (eso también forme parte de la perspectiva macho alfa). Si no sabe escuchar, si no es capaz de respetar al adversario o un simple turno de palabra, no sabrá gobernar un equipo ni una corporación, ni su propia casa.
¿Qué les ha quedado? ¿Dos o tres candidatas? Sigan desbrozando el perifollo; busquen ahora la más cercana a ustedes, la más directa, la menos chula, la que sonríe sin forzar el gesto, la que mira a los ojos, la que haga menos promesas.
Sobre todo esa, la que haga menos promesas, es la que menos les engañará: ¡vótenla!
@ValentinCarrera
La Nueva Crónica, 24 de mayo de 2015
Ilustración: El pensador de Rodin, tuneado por Proyecto Allen