La ciudad de Santiago se merece una alcaldesa joven y competente, y no esta agonía judicial, esta desazón, este lodazal insoportable.
¿Cuántas veces se habrá tirado de los pelos Feijóo por su descomunal metedura de pata el día que propuso a Conde Roa como candidato a la Alcaldía de Santiago? No fue su único error, como ha recordado Domingos Sampedro en La Voz: las estrellas municipales de Feijóo van cayendo como los diez negritos de Agatha Christie: Corina Porro en Vigo, Telmo Martín en Pontevedra, Conde Roa y quizás el de Ames sea el próximo.
Entretanto, se presenta al PP compostelano una oportunidad de oro para deshacer aquel patinazo: Paula Prado, persona de la máxima confianza de Feijóo –acaba de promocionarla a portavoz del PP en Galicia-, tan alabada por sus adversarios políticos en el Concello, como combatida sin cuartel por el equipo de Currás.
Recordemos: cuando Conde Roa fue apeado de la poltrona, a la fuerza, eh, que no se fue por las buenas, tras haber sido imputado por delito fiscal, el relevo natural hubiera correspondido a Prado. Pero la diputada era entonces el voto nº 38 de una ajustada mayoría en el Parlamento Gallego y, su eventual dimisión para centrarse en la Alcaldía compostelana, hubiera dejado la llave del parlamento a su sustituta en la lista, Leyre Aldasoro, exconcejala en Arzúa, considerada poco de fiar. Feijóo prefirió no hacer experimentos con gaseosa en el Parlamento y consintió el ascenso de Currás, candidato sugerido por Conde Roa, o impuesto, vaya usted a saber qué componendas hubo en la trastienda de Monte Pío.
Currás es la herencia recibida: nunca soñó ser alcalde y ahora se agarra desesperadamente a la poltrona. Mucho tiene que ocultar o ese cargo es adictivo. Currás lleva tiempo arrastrando por el barro judicial el nombre de Compostela y el poco prestigio que le queda al PP de Santiago, cuyos militantes asisten mudos, indignados y ninguneados a este sainete local. Currás, cuya credibilidad es similar a la de Bárcenas, sigue diciendo que no pasa nada y que en el grupo municipal se llevan todos bien, gracias. Y la ciudad se descojona de risa o se ofende, porque el insulto a la inteligencia de los ciudadanos es demasiado tosco. ¡Qué desgracia!, ¿no se merece algo mejor la ciudad de Santiago?
Mientras sigue creciendo la espuma judicial, Feijóo mueve ficha y promociona a Paula Prado; su elección parece acertada, Prado puede mejorar la imagen y la comunicación del PP y todo apunta a que hará un buen trabajo. ¿Ser portavoz es compatible con seguir siendo diputada y concejala? Que le pregunten a Esperanza Aguirre durante 20 años, a Cospedal, a Carmela Silva… pronto se verá. Currás ya ha vendido la piel del oso.
Pero si Paula Prado dimite, dejará en el Concello de Santiago un roto del tamaño de la primera metedura de pata de Feijóo con Conde Roa. ¿Alguien se imagina a Currás de candidato en 2015? ¿Van a dejarle que se cueza en su jugo calentando la silla a un hipotético alcaldable Agustín Hernández? Y si Paula Prado tuviera opciones, ¿puede abandonar ahora el concello, a mitad de legislatura y luego volver a postularse? Queda feo.
Feijóo y su cercano Carlos Negreira, presidente provincial, tienen un cubo de Rubik que componer. Mostrar a Currás la tarjeta roja y aupar a Paula Prado sin más dilaciones: la ciudad de Santiago se merece una alcaldesa joven y competente, y no esta agonía judicial, esta desazón, este lodazal insoportable.
Foto: Pantallazo de la búsqueda «Paula Prado» en Google.