Todo el año es carnaval, decía Larra, y todo el año es el día de los Santos Inocentes para algunos personajes de la vida pública: los papanatas. No se lo tomen como una ofensa, que está el ambiente demasiado cargado de «chulos de barra» y no es mi propósito competir en la carrera de los insultos. Lo que propongo es una descripción científica rigurosa, a saber:
Papanatas: Persona simple y crédula o demasiado cándida y fácil de engañar. [Diccionario RAE]
Tele 5 debería hacer un reality show dedicado a los papanatas. Le sugiero a Mercedes Milá siete candidatos para el primer casting:
Nuestra adorada infanta Muda Cristina: cándida paloma real, esposa del presunto caco Urdangarín; firmaron juntos la hipoteca de un casoplón de 1.300 metros y seis millones de euros, sin desconfiar, por pura ignorancia. Es inocente, señor Juez, le suplico que no la condene por prevaricadora; pero que sea apartada de la Casa Real, o incapacitada, por simple y crédula, o sea, por papanatas.
La ministra doña Ana Ciega Mato: bastante tenía con sufrir a la cara los cuernos públicos del presunto golfo don Sepúlveda, para tener que fijarse en el Jaguar de 52.000 euritos. Sr. Juez de la Gürtel, ¡Ana Mato es inocente!; pero el Tribunal del Sentido Común la condena a inhabilitación perpetua para cargo público por papanatas.
Don Mariano John Ford Rajoy, el hombre tranquilo, opositor distinguido, ilustre registrador de la propiedad, un cerebro bien amueblado: persona simple y crédula o demasiado fácil de engañar por su tesorito Bárcenas. Debe ser ajusticiado en la cárcel de Sanxenxo por papanatas.
Don José Antonio Ciego y Sordo Griñán, presidente de la Junta de Andalucía y presidente del PSOE, socialista por los cuatro costados, pero tan tan papanatas que no se enteró de que en su cortijo cincuenta sinvergüenzas trileros, compañeros de partido, imputados y alguno en la cárcel, se pulieron cientos de millones de dinero público con los ERES falsos. Debe ser condenado a trabajar en las peonadas de Marinaleda por papanatas.
Doña Elvira Ciega, Muda y Sorda Rodríguez, portera de guardia para rato en la CNMV, una joya profesional con rutilante hoja de servicios: los golfos apandadores de Bankia o de Pescanova (Rumasa II) y otra docena de goles que le han colado por toda la escuadra. Debe cesar por papanatas.
Don Alberto Núñez Feijóo, presidente del PPdeG y de la Xunta de Galicia: brillante, ¡qué digo brillante, deslumbrante joven!, ambicioso, serio, trabajador, el hijo que adoran todas las madres. Se perdió por las malas compañías y los suyos le volverán la espalda en cuanto huelan a cadáver. Él nunca supo quién era Marcial Dorado, aunque toda Galicia lo sabía. Su palabra merece todo el respeto: es inocente; simplemente, debe correr la lista por papanatas.
Don José Orozco, Alcalde de Lugo y presidente del PSdeG-PSOE, “nun-ca-nun-ca” se metió en el bolsillo ni dos mil euros ni dos céntimos de la podrida trama Pokemon que operaba en las entrañas de su Ayuntamiento, bajo la batuta de su mano derecha e izquierda, un tal Liñares, en libertad provisional. Orozco es víctima de una jueza meapilas que lo persigue sin piedad; pero toda Galicia, España entera sabe que es inocente. Solo que no se enteró de que tenía las cloacas pestilentes debajo de la alcaldía. Debe cesar por papanatas.
¿Sigo o lo dejamos? A veces pienso, sin embargo, que ellos son linces y nosotros los verdaderos papanatas. Un país de papanatas.
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Leer Quim Monzó: Esplendor y gloria de la internacional papanatas.