—Objetivo de la ONU: Lograr en 2030 el acceso universal y equitativo al agua potable a un precio asequible para todos.
—2.100 millones de personas viven sin agua potable en sus hogares y cuatro mil millones de personas pasan sed.
—La intersección de los distintos ODS muestra los puntos neurálgicos sobre los que debe actuar la gobernanza mundial.
Entre 2005 y 2015, la ONU alentó el Decenio Internacional para la acción “El agua fuente de vida”, gracias al cual hubo avances importantes, pero también el Grupo Abierto de Trabajo sobre los ODS constata la inmensa tarea pendiente. Por ello, el ODS 6, Agua limpia y saneamiento, hereda y actualiza las metas del Decenio, como ha hecho el Día Mundial del Agua, convocado en torno al lema solidario “No dejar nadie atrás”.
Escribíamos en este blog, con ocasión de ese Día Mundial del Agua, que en el Primer Mundo nos parece el acto más obvio abrir el grifo de nuestros baños, cocinas y piscinas, y dejar que corra el agua a chorro mientras nos afeitamos o lavamos los dientes; como nos parece anodino y gratuito ducharnos sin duelo, sumergirnos en la bañera rebosante de perlas de aceite y champú, gozar de piscinas y spas, regar el césped de jardines y estadios, y hasta baldear calles y plazas con potentes manguerazos de agua potable clorada y depurada con un alto coste ambiental.
También nos pinta, decíamos en el Día Mundial del Agua, que sea normal pagar cuatro euros por medio litro de agua embotellada en plástico y transportada por un camión a 600 km de distancia. Hemos normalizado la aberración, pues todas esas prácticas no son sostenibles mientras el Tercer y Cuarto Mundo mueren de sed, como demuestran las metas del ODS 6: “Lograr el acceso universal y equitativo a agua potable segura y asequible para 2030. Lograr un acceso adecuado y equitativo a servicios de saneamiento e higiene para todos y acabar con la defecación al aire libre, prestando especial atención a las necesidades de las mujeres y niñas y de aquéllos en situación de vulnerabilidad para 2030. Mejorar la calidad del agua mediante la reducción de la contaminación, eliminando los vertidos y minimizando la liberación de productos químicos y materiales peligrosos, reduciendo a la mitad la proporción de aguas residuales no tratadas y aumentando el reciclaje y la reutilización segura en un x% a nivel mundial para 2030”.
Metas que pasan por la eficiencia del uso del agua frente al derroche (porque, la escasez de agua es global y creciente); por proteger los ecosistemas acuáticos, incluyendo montañas, bosques, humedales, ríos, acuíferos y lagos para 2020. El año 2020 es pasado mañana y queda tanto por hacer que, en vez de más dosis de buenas palabras y optimismo, lo que necesitamos es la declaración urgente, urgentísima, de la Emergencia Climática, empezando por la Emergencia Agua Limpia.
No podemos seguir gozando del don del agua unos pocos, como si manara de una fuente mágica, infinita e inagotable, cuando la cruda realidad es que vivimos en un planeta global que se muere de sed; cuando cada lavadora con detergente y cada depuradora con lejía o lo que sea acaban en algún punto del océano; cuando setecientos niños mueren cada día de diarrea causada por agua insalubre y 2.100 millones de personas no tienen agua potable en sus casas (Datos OMS/Unicef).
“No dejar nadie atrás” significa dar respuesta global a un problema global. El Derecho al Agua no se puede aislar de contextos de guerra, hambrunas, pobreza, devastación colonial, deforestación masiva y explotación. Podemos imaginar con un mínimo esfuerzo de empatía hasta qué punto los niños y las mujeres son las primeras víctimas de la sed; o los refugiados en los nuevos campos de concentración que hemos creado a las puertas de Europa.
Sabemos que los ODS no son proclamas aisladas, sino vasos comunicantes de una acción de gobierno transversal. Por ejemplo, si cruzamos el ODS de la igualdad con el ODS del agua potable, veremos que las niñas y las mujeres son las primeras víctimas de la sed: en África el trabajo de proveer de agua a las familias lo realizan casi en exclusiva las niñas y sus madres. Un acarreo tan duro como imprescindible.
La intersección de los distintos ODS muestra los puntos neurálgicos sobre los que debe actuar la gobernanza mundial. Conseguir agua potable interpela al ODS 12, Producción y consumo responsables, o al ODS Océanos, y al 15, Ecosistemas terrestres, y así sucesivamente, pues todo —como me gusta repetir con el mantra aprendido de Humboldt-, “Todo está relacionado”.
“El agua —dice la ONU en alguno de sus cientos de informes, no siempre tan eficaces como nos gustaría— es una condición previa para la existencia humana y para la sostenibilidad del planeta”.
Una condición previa para los 4.000 millones de personas —casi dos tercios de la población mundial— que padecen escasez grave de agua durante al menos un mes al año. Y una condición previa de supervivencia y dignidad para todos, pues también en el Primer Mundo el agua es ya un bien escaso y caro, aunque su falso precio aparente, en el que no se imputan los costes ecológicos reales, nos haga creer que el agua potable y limpia es barata y abundante. Algún día tendremos que empezar a hacer bien la contabilidad ecológica del planeta: otro punto neurálgico de intersección entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La balanza de pagos de la sostenibilidad. ¡Arriba las ramas!
Enlaces de interés:
—Créditos fotos: Web UN Water.
—Web de la ONU sobre los ODS.
—Alto Comisionado de España para la Agenda 2030.
—Metas del ODS 3.
—Fundación Aquae.