¡No toquéis Primout! ¡Especuladores, fuera vuestras sucias manos del río Primout! No y mil veces no.
Despedimos junio en este blog, compartido con La Nueva Crónica –cuya hospitalidad agradezco por abrirme su balcón dominical–, con el artículo “Francisco Aire Limpio”, invocando la encíclica papal Laudato si contra los depredadores de “la Casa Común: nuestra Hermana Tierra”; y reanudo la conversación con los lectores y lectoras con una denuncia indignada y enérgica: ¡Fuera vuestras sucias manos de Primout!
Los argumentos en defensa de uno de los mejores enclaves naturales de la cordillera cantábrica no caben en estas líneas; remito a las alegaciones de EcoBierzo, Ecologistas en Acción y de la Comunidad de Amigos del Río Primout ante la Consejería de Comercio y Turismo. Señores altos cargos y funcionarios que tenéis en vuestras manos el expediente 199/10 de aprovechamiento hidroeléctrico Salto de San Pedro Mallo: ¡No!
Señores “empresarios”, depredadores sin escrúpulos diría el Papa Francisco, de Iniciativas Energéticas Combinadas SL: ¡No! El salto de Primout no es de utilidad pública: es puro afán de lucro privado a costa del patrimonio natural de todo El Bierzo. De una vez por todas y para siempre, basta ya de considerar nuestra sagrada tierra como un erial donde hacer negocietes.
Si este proyecto da un paso más, miles de bercianos y bercianas deberíamos salir a la calle: no necesitamos una autonomía-ombligo en Valladolid para autorizar este saqueo o bendecir la contaminación de Cosmos. Tampoco necesitamos un Consejo Comarcal si no lidera de inmediato esta oposición radical, en los despachos y en la calle, codo con codo con los ayuntamientos de Toreno y Páramo del Sil, que han presentado miles de alegaciones.
Frente a esta nueva agresión al Bierzo necesitamos una sacudida, una toma de conciencia. Ni puestos de trabajo (falsos) ni boniatos en vinagre: puro afán de lucro de cuatro listos sangrando los ríos del Bierzo. Dejad en paz a Primout, donde reposan los sueños de generaciones. Dejaz en paz nuestros valles, ríos y montañas.
La Nueva Crónica, 13 de septiembre de 2015