Hace dos meses, cenando en casa de un buen amigo de la infancia, ahora apoderado de un banco extranjero con sede en Vigo, me expresó su preocupación: “Lo de Pescanova es una bomba”.
¿Nadie sabía nada en los corrillos de la Xunta? ¿No hay en San Caetano alguien que esté en la pomada? Mala, muy mala información, Presidente, o pocas ganas de enterarse. Ya empieza a ser una costumbre.
Sí, Pescanova se va al garete y el primero en abandonar el barco ha sido el capitán, dejando un boquete de 3.000 millones de deuda en la línea de flotación. Manuel Fernández de Sousa Faro, capitán Pescanova, empresario ejemplar, gallego ilustre. Entre diciembre y marzo pasados vendió en secreto 1,98 millones de acciones de Pescanova, que representan el 7% del capital, y por las que ingresó 31,5 millones de euros.
Presuntamente hizo uso y abuso de información confidencial y ocultó la información vergonzosa de que estaba «haciendo caja» a todo el mundo: a la CNMV, estando obligado a comunicarla, así como a los miembros del Consejo de Administración y a los auditores. Luego, para salvar la cara, dijo que había prestado 9,3 a Pescanova, con un interés del 5% anual. Y metió 22,2 en el bolsillo. Un prócer.
Al ocultar ante el Consejo su menor participación de capital y consiguiente pérdida de derechos, mantuvo una sobrerrepresentación que ya no le correspondía, de la que se valió para tomar decisiones viciadas, por ejemplo, cesar al auditor, cese qué BDO rechazó enérgicamente, y que ahora tendrá que confirmar o no el Juzgado Mercantil de Pontevedra.
BDO que, por cierto, alguna responsabilidad tendrá, pues ha firmado como «limpias» las auditorías a Pescanova de los últimos diez años, ¡desde 2002, vaya linces!
Cortinas de humo que serán revocadas en los Tribunales, enredando a su compañía, de la que se proclama salvador, en un laberinto de juicios y querellas, en una madeja de la que Pescanova nunca saldrá o saldrá debilitada y troceada.
El asunto no es para coñas y al presidente Feijóo le cogió con un pie en Méjico y otro trastabillado por las bronceadas fotos. A su vuelta citará de carrerilla «la prudencia que recomienda el ejercicio de la responsabilidad» o «todo nuestro apoyo para encontrar una solución, etc.»; pero el único ejercicio de responsabilidad posible es coger el delito por los cuernos y plantarlo hacia el presunto delincuente. En Twitter hay dudas sobre sí fue robo o estafa.
Ejercicio de responsabilidad por parte del Presidente de la Xunta, que tantas veces ha avalado a Manuel Fernández de Sousa en público y en privado, será exigirle toda la información y que justifique hasta el último euro del gran agujero negro que crece como la espuma. Mientras algunos turistas contemplan el atardecer, las ratas abandonan el barco y el barco se hunde.