Martes romántico con Enrique Gil (11)
En 1837 el jovencísimo poeta Enrique Gil , apenas veintidós años, conoce ya la desventura amorosa y escribe este poema, Sentimientos perdidos, que titula con una misteriosa dedicatoria: “A…”.
Este poema es, en opinión de su biógrafo Ricardo Gullón, “la versión más lírica de su amor adolescente (…) achaca su desgracia a los hombres que, «con furor impío», aventaron aquel «tímido amor», pero no explica la causa de saña tal”.
Gil vela con tres misteriosos asteriscos la identidad de su amor, como hace Espronceda en un poema con el mismo título; podría tratarse de un simple recurso literario, pues usa la misma técnica, “mi querido A” en los artículos de viajes y costumbres. O podría ser, como opinan Picoche y Quintana Prieto que la innombrable A ***, «la triste, mujer rica en perfumes y colores» sea Juana Baylina, muerta el 13 de noviembre de 1837, cuyo nombre “nunca se atrevió a pronunciar entre sus versos”, o podría tratarse de otro amor insospechado:
Tierno latió mi corazón de niño
con delicioso amor,
y, a su compás, otro infantil cariño
latió consolador…
Entonces yo canté, yo fui poeta,
que era bello cantar,
como es bello a la humilde violeta
su cáliz desplegar.
Luego vendrá la ruptura del amor y un presentimiento de viudez y orfandad. El poeta desventurado se increpa a sí mismo (“¡Palma descuajada!, ¿qué haces perdido…?”) y se desdobla en el diálogo: “—Escucha…”. Su relación con el universo femenino parece estar afectada por la presencia de la enfermedad; ve una procesión de fantasmas de mujeres, que son almas, entre las que está «la virgen que adoré» [¿Juana?]. Finalmente, en este romance en endechas, publicado en El Español en enero de 1838, aparece ya la lira, antecesora de Bécquer, y contiene ecos de la Noche oscura del alma de fray Luis de León: “El alma dormía confiada so nube tormentosa, y viose al despertar abandonada en noche tenebrosa…”).
Enlaces wiki románticos:
Escuchar el poema recitado: enlace al canal de Youtube de la Biblioteca Gil y Carrasco
Foto: París, Carmen Rosa Carracedo
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