¡Quién nos iba a decir que el meridiano cero de Catalunya independiente pasa por la diminuta aldea gallega de Os Peares!
Ya sé que a cuenta del desafío catalán está medio país aburrido del otro medio, pero quiero sugerirles una lectura emocional del conflicto que proyecta algunas luces sobre tantas sombras. El lunes 10, trece horas después de cerrarse las urnas de la consulta (añada aquí el lector lo que quiera: ilegal, ridícula, gloriosa, triunfal, fracasada, estéril…), una de las instituciones más influyentes en la vida política catalana, el Círculo de Economía, acogió en su tribuna al Presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, para intervenir en el ciclo titulado “La hora de la política”.
“Nada del día después, esta cita estaba en la agenda hace mucho”, se dijo a los periodistas, que se supone tragamos ruedas de molino como si fueran galletas maría. La noche anterior Artur Mas había protagonizado una rueda de prensa en cuatro idiomas, hablando sin papeles (desde el punto de vista de la comunicación eficaz y modélica, aunque algo coñazo), ante 900 medios de todo el mundo, que más parecía Kennedy en la tribuna de la ONU o el Papa Francisco anunciando el Nuevo Estado Catalán urbi et orbe.
En La Moncloa, las pantallas de plasma entraron en modo pánico y ahí siguen tres días después, emitiendo señales de humo: no del puro de Rajoy, que dejó de fumar, sino directamente de la cabeza de Rajoy. El PP echa humo: lo que el analista catalán Enric Juliana llama las brigadas Aranzadi y Quevedo no han conseguido su objetivo y Rajoy se siente acosado por los lobos de su derecha. Para entretenerlos, quieren enviar contra su voluntad al Fiscal General a una batida de caza mayor, como si procesar a Artur Mas sirviera para algo más que convertirlo en héroe e incendiar con gasolina las elecciones plebiscitarias anunciadas. El titular podría ser: “El Fiscal General ficha por el equipo electoral de Artur Mas”.
Feijóo aterriza en Barcelona
En su indolencia, Rajoy sabe perfectamente que esa no es la solución, de modo que Feijóo, su más sólido apoyo personal y territorial, ha aterrizado en Barna con una sonrisa profidén alternativa a la de Mas, cantando nada menos que al icono catalán Joan Manuel Serrat: “Hoy puede ser un gran día”. Mientras Soraya, el Fiscal y la brigada Quevedo riegan con gasolina, ha llegado Alberto Núñez Feijóo al frente de la Brigada de Obras de Os Peares para dejar claro que “ésta no es una época de muros, sino de puentes”.
Lean los signos: Barna, Circle d´Economía, el día después, título del ciclo: “la hora de la política”; preside a la crema de los líderes y empresarios catalanes el prestigioso economista gallego Antón Costas; asisten el diminuto exministro Piqué y la implacable Alicia Sánchez Camacho, que a duras penas disimula su contrariedad y desacuerdo. El presidente Feijóo no emite ni un solo gesto agresivo, ni un insulto, ni una palabra gruesa: es cordial, conciliador, constructivo, cita a Serrat como un adolescente de la Transición, curtido en mil conciertos, sin llegar a L´estaca de Llach, apenas le falta la barretina.
En el Círculo de Economía hemos podido ver la mejor cara de Feijóo, bien distinta del fajador de golpes bajos, en el cuerpo a cuerpo del Parlamento Galego; un Feijóo conciliador y constructivo que apuesta por el futuro. No sé si enviado por Rajoy o por su propia cuenta, aunque es seguro que en sintonía con Rajoy, Alberto Núñez Feijóo ha ido a Barna a construir puentes, a tender una pasarela de urgencia, una tirolina por la que Rajoy pueda escapar del incendio.
En el corazón del paseo de Gracia, Feijóo ha contado a quien quiso escuchar –Sánchez Camacho, crispada en primera fila, parecía sorda- que Alfredo Brañas (que da nombre a la Fundación del PP creada por Manuel Fraga) publicó en 1889 en Barcelona su obra cumbre, El Regionalismo, “elogiada por Cambó” -recordó Feijóo-, y su segunda obra, Bases, siguiendo el modelo de las Bases de Manresa.
Mientras algunos del PP, Vox, UPyD, Ciutatans y lo más rojigualdo del nacionalismo español pidieron sacar los tanques a la calles y piden ahora que rueden cabezas, la de Mas la primera, el presidenciable Núñez Feijóo reclama el parentesco de su padre ideológico, Alfredo Brañas, nada menos que con el documento fundacional del catalanismo, las Bases de Manresa.
Renovar el Contrato Social
“Galicia es un pueblo de conjunciones copulativas más que disyuntivas: nos gusta más la y que la o”, afirmó Feijóo, practicando un seny o sentidiño que desarma los insultos y palabras gruesas de sus compañeros de partido. Anunciar en precario que “el fiscal presentará hoy mismo la querella contra Mas”, como hizo ayer Camacho mal informada (o demasiado bien informada y metiendo presión), es poner cargas de dinamita en lo poco que queda del puente sobre el río Kwai, mientras Alberto Núñez Feijóo, al frente de la Brigada de Obras de Os Peares se ufana justamente en lo contrario: “Nací en Os Peares, donde necesitamos muchos puentes porque confluyen tres ríos: el Sil, el Miño y el Búbal”.
El «patriotismo inclusivo» de Feijóo ante la élite catalana sonó a mano tendida y a respeto mutuo; citar al fundador de la Lliga y la primera constitución catalana fue algo más que retórica: “Necesitamos pasar la página de ayer y avanzar en las soluciones de mañana”. Mientras Soraya, Camacho y el Fiscal a regañadientes se ocupan de “la página de ayer”, la Brigada de Obras de Os Peares ha empezado a poner los pilares de nuevos puentes por los que transitar entre Cataluña y el resto de España sin fielatos ni otros peajes.
El anfitrión “casual”, Antón Costas, completó el diagnóstico, que doy en forzado resumen: “Hay que renovar el actual contrato social en tres aspectos: 1) repensar el papel del estado en el equilibrio territorial de España; 2) resolver el cuestionamiento del estado de las autonomías: al título VIII de la Constitución le falta un manual de instrucciones; y 3) la política debe ser capaz de encauzar el malestar general de esta crisis tan maligna para la población”.
En otras palabras, “¡Es la hora de la política!”. Guárdense querellas y amenazas, insultos y ninguneos, y atentos a Alberto Núñez Feijóo y a la Brigada de Obras de Os Peares. Mariano, canta conmigo al Nen: “¡Hoy puede ser un gran día!”.
@ValentinCarrera
Foto: confluencia del Sil y el Miño en Os Peares. Galicia única.es
Ver en El Semanal Digital
Ver en MUNDIARIO