* El Nobel de la Paz Kailash Satyarthi propone la educación como arma contra la desigualdad y la pobreza
* Inteligencia compasiva es tener beneficios honrados sin explotar personas o destruir el planeta
Hay vida más allá de las elecciones municipales y autonómicas del próximo domingo. Se supone que un analista político debe hablar de la cuestión candente, pero ¡es tanta la redundancia, el abuso, la invasión de nuestros espacios que uno siente la necesidad natural de hablar de vidas más interesantes que los secretos de alcoba de Esperanza Aguirre y Rita Barberá.
—¿Cuál es su religión? –preguntan a Woody Allen en Scoop.
—Nací en una familia judía, pero con el tiempo me hice narcisista.
Todos estos ombligos andantes son devotos de esa religión, narcisistas dogmáticos, fundamentalistas del ego. No son imprescindibles, más bien nuestras vidas mejorarían prescindiendo de sus gastadas mentiras y sus manos sucias; de modo que no perdamos más tiempo. Hay otros discursos más serios a los que prestar oídos.
He tenido la suerte de conocer al Nobel de la Paz 2014 [compartido con Malala Yousafzai], Kailash Satyarthi, en una reciente visita a Galicia, invitado por ABANCA, dentro de un programa de emprendimiento social modélico, «Palabras para Galicia», impulsado con responsabilidad y sentido ético por Juan Carlos Escotet. El trabajo de Kailash y su ejemplo sí merecen ser escuchados con atención. En primer lugar, los modos: a distancia sideral de este batiburrillo de insultos, descalificaciones, obviedades (“España tiene españoles”, Mariano dixit), Kailash abraza primero a sus interlocutores uno por uno, les mira a los ojos, sonríe y habla con sosiego y paz interior. No avasalla, no quiere vencer: convence.
En segundo lugar, el pensamiento: Kailash se dirige a los más jóvenes, pero también a las empresas y a la sociedad civil, tres fuerzas de cambio. Enunció cuatro pilares sobre los que asentar una sociedad estable: Personas, Planeta, Prosperidad, Paz, unidos por una argamasa común, la educación. “Para empezar a transformar el mundo, necesitaríamos invertir cada año 18.000 millones de dólares en educación: no es mucho, es una cifra posible, es lo que se gastan los ejércitos en cuatro días y medio”.
Eso es poner el dedo en la llaga, denunciando cómo en vez de reducir distancias entre ricos y pobres, gracias a la tiranía de los mercados y los vendedores de armas, siguen creciendo cada día la desigualdad y las tensiones. El camino que Satyarthi propone es la educación, elemento de desarrollo que multiplica el PIB y es garantía de sostenibilidad económica. Son verdades sencillas, inquieta que vivamos tan de espaldas a la evidencia.
La inteligencia compasiva
En tercer lugar, Kailash habla del poder de la compasión y nos propone “globalizar la compasión”. ¿Cuál es su concepto de compasión? Está bien la caridad, dice Kailash, es mejor la filantropía, y aún mejor la responsabilidad social corporativa, pero las tres son insuficientes: necesitamos una nueva manera de pensar y trabajar desde la compasión, el emprendimiento social.
“Vamos a pensar nuestros trabajos, empresas y negocios con inteligencia compasiva. Podemos tener beneficios sin dañar a nadie, sin explotar personas, destruir vidas o contaminar el planeta”. Eso es inteligencia compasiva: ser capaz de conectarse con la gente y formar parte de sus problemas y sus soluciones. Una empresa –Kailash lleva décadas denunciando la explotación de las multinacionales y la esclavitud infantil en la India, donde trabaja su fundación Bachpan Bachao Andolan– que gana a costa de explotar personas o de contaminar conduce a la desigualdad y a la pobreza y produce violencia. Según datos de Kailash, 168 millones de niños y niñas trabajan a tiempo completo, mientras 200 millones de adultos están en paro: un círculo laboral vicioso que conduce de la pobreza a la miseria y contiene los gérmenes del conflicto, la guerra, el hambre y otras calamidades.
Como es un problema universal, la respuesta ha de ser global: por ello Kailash habla de globalizar la compasión, en cada gran empresa multinacional, esas poderosas corporaciones que campan por encima de los estados y de todo derecho; en cada pequeña empresa: todos podemos en nuestro entorno evitar la explotación de personas cercanas (con demasiada frecuencia invisibles), o plantar cara a la contaminación del planeta, cada uno en su casa, parroquia, municipio. ¡Qué poco o nada se habla de estos asuntos en las campañas electorales o en los consejos de administración, cuando debiera ser el eje central de un responsable político, de un banquero o de un líder religioso!
—Vamos a pensar en los negocios con inteligencia compasiva –animó Kailash.
Pensemos con inteligencia compasiva nuestras vidas y trabajos, las escuelas, las empresas y los ayuntamientos. Menos hablar de recortes y déficit cero, y más hablar de educación, la única herramienta económica que multiplica el PIB y hace crecer la riqueza de las personas y los pueblos de un modo pacífico y sostenible.
Fábula del leon y el pájaro
Para despedirse de los jóvenes a los que hablaba, Kailash contó la fábula del león y el pájaro: ante un gran incendio en la selva, todos los animales huyen, el primero de ellos el león. Cuando el majestuoso rey escapa del fuego, se cruza con un pequeño pájaro que en dirección contraria se dirige al bosque con una gota de agua en el pico.
—¡Loco!, ¿dónde vas? –pregunta el león.
—Voy a apagar el fuego.
Ese pájaro frágil que afronta su pequeña responsabilidad, la suya propia e intransferible, es el modelo de solidaridad e inteligencia compasiva que Kailash nos propone, frente a la cobarde estampida del rey león.
Seamos compasivos, asumamos nuestra responsabilidad a través del emprendimiento social: trabajo y comercio solidario, compartido, beneficio justo, ecológico, sostenible.
Una persona, un empleo y un salario no es un lujo. Lo único que no puede permitirse nuestra sociedad es tener diez millones de excluidos en España, o 1.000 millones de ciudadanos de cuarta categoría en el mundo.
Seamos como el pájaro, con nuestra modesta gota de agua para ayudar a salvar el planeta (empezando por tu ayuntamiento) el próximo domingo cuando vayamos a votar; pero sobre todo seamos como el pájaro el lunes siguiente, el martes, el miércoles, cada día de la semana y el resto de nuestras vidas.
@ValentinCarrera
Seguir a Kailash en Twitter: @k_satyarthi
Escribir a Kailash: kailash_satyarthi@gmail.com