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Sir Sean Connery, conocido como el Agente 007 del servicio secreto de Su Majestad, ha resultado ser un agente doble, infiltrado en Londres por la insurgencia escocesa. Bajo el título nobiliario de Sir, se oculta un peligroso independentista que apoya públicamente la causa del Scottish National party.

Según informa en un detallado dossier el diario inglés The Guardian, “una tercera parte de los cuatro millones de votantes escoceses creen que Escocia debería dejar el Reino Unido y ser independiente, poniendo fin a 305 años de unión política con Inglaterra”.

Ante esta cruda realidad, dos políticos con cierta inteligencia emocional, el premier británico David Cameron y el líder escocés Alex Salmond, firmaron ayer, el 15 de octubre de 2012, el “Acuerdo de Edimburgo”, un tratado político entre Reino Unido y Escocia, con treinta cláusulas, en virtud del cual Escocia convocará y celebrará, dios mediante, un referéndum vinculante pacífico, legal y democrático sobre su independencia. Tal referéndum ocurrirá el sábado 14 de octubre de 2014, tras dos años de preparación y dieciséis semanas de campaña. Se diría que suena bien.

No hemos visto que Europa y Bruselas se rasguen las vestiduras. Cabe recordar que David Cameron no es un bolchevique revolucionario, sino el gemelo político de Rajoy; tampoco Alex Salmond tiene cara de Robin Hood. Son dos gobernantes europeos muy de derechas, como Rajoy y Artur Mas, que han encontrado –como es su obligación- una vía de solución dialogada, cordial y, sobre todo, democrática, a un problema político que afecta a millones de sus conciudadanos.

El Sir Connery español es también agente doble y muy querido por la Monarquía: se llama José Manuel Lara. Por las mañanas hace negocios en Barcelona y por las tardes en Madrid; y es tan hábil que encuentra en el momento oportuno una novela, La marca del meridiano, para darle el premio Planeta cuya acción va y viene entre Madrid y Barcelona. Tendiendo puentes, en la cena fría del Planeta, Lara pidió diálogo, diálogo y diálogo.

Para poner las cosas en su sitio, no vaya a ser que nos confundamos de país y de meridiano, Rajoy, Gallardón, Cospedal y el ministro de la Wertgüenza, entre otros hooligans del nacionalismo español, han saltado a la yugular de Mas en una operación preventiva. Parece que les interesa más caldear el ambiente que sentarse a cumplir con su obligación política: hablar, dialogar, encontrar puntos de acuerdo, enfriar los problemas álgidos y resolverlos, en vez de insultarse y echar leña al fuego.

No hay que ser necesariamente independentista ni lo contrario; basta con ser demócrata para desear que el presidente Rajoy y el presidente Mas se reúnan y, traduciendo políticamente al castellano y al catalán el “Acuerdo de Edimburgo”, firmen pronto un “Acuerdo de Girona” por el que Cataluña celebre un referéndum legal, pacífico, europeo y democrático en otoño de 2014. Bastaría una pizca de sentido común y saber que el meridiano de Greenwich no pasa por Madrid.

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