Si te gusta, comparte:

Acudí a una cena en el Hostal San Marcos de León, ese que construyó Fraga para encarcelar a Quevedo, ya me entienden. Quevedo, que en 1639 escribía: ‘‘Crecen los palacios, ciento en cada cerro, y al pobre del pueblo, castigo y encierro’’. ¡Cuánto le echo de menos en esta campaña electoral!

La cena era de postín, la crema de la sociedad capitalina. Una puesta en escena del siglo XVII, rancia, viejuna, provinciana, de las que ya no se estilan en ningún lugar avanzado.

De pronto tomó la palabra un narrador de voz prodigiosa y comenzó a contar la historia de cuatro niños que entraban sin permiso en una casa con dos portales, en la ciudad de León y en los años cincuenta. Los niños descubrían “un Hispano Suiza de color morado oscuro, cubierto de polvo, muchas habitaciones vacías de muebles… un continente desconocido”.

En algún momento del relato, que cautivó al auditorio, los niños salían de nuevo a la ciudad por un pasadizo y encontraban todo cambiado: León había dado un salto atrás en el tiempo. La calle Ordoño sin letreros comerciales, la estatua de Guzmán rodeada de vegetación, la abuela fallecida volvía a estar viva. El túnel del tiempo, universos paralelos, “una ciudad inmóvil, corroída, infinitamente triste, que acompaña a la otra como una sombra invisible”.

El relato La casa de los dos portales pertenece al hermoso libro de José María Merino Cuentos del reino secreto, y el narrador cuya voz elevó la noche a la altura de la luna llena reflejada sobre el Bernesga, no era otro que el leonés Juan Carlos Escotet. Su palabra nos asomó a la otra ciudad, “sombra invisible”, y luego, en un ejercicio de voluntad, optimismo y confianza, nos transportó al futuro, sobre el que dijo cosas serias e importantes, de alto voltaje intelectual y humano. Observé que las autoridades presentes estaban algo distraídas con sus móviles: les cuesta escuchar.

Para mí fue un placer escuchar a Juan Carlos Escotet, valiente y lúcido como Quevedo. Al salir, me pareció que la ciudad seguía estando en 1639.

 La Nueva Crónica, 29 de noviembre de 2015  
Foto: Blog Fonsado, Francisco de Quevedo en León