por FULGENCIO FERNÁNDEZ, La Crónica, 17 de octubre de 2009.
Carrera reclama una reflexión seria sobre la tierra que vamos a dejar en herencia.
Valentín Carrera fue durante muchos años uno de los personajes más activos de la cultura berciana, hasta que hace unos años marchó para Galicia, donde ha seguido con una intensa actividad y siempre mirando hacia su tierra. “No me he ido nunca del todo, no sé si soy un emigrante o un inmigrante aunque a mi me gusta la condición de exiliado en el sentido metafórico pues se trata de un exilio voluntario pues no estamos en una dictadura. Jamás he perdido el contacto con el Bierzo y con León, pues me siento ponferradino, berciano, leonés y ciudadano del mundo”.
Carrera, Cabada y las dos niñas atravesaron el Bierzo buscando “sus elementos más significativos: los paisajes, la gastronomía, la poesía, la historia… pero no solo lo más conocido, como Peñalba o las Médulas, sino los rincones olvidados, pues al lado de Peñalba está Bouzas, una joya a la que no va nadie y está a sólo cuatro kilómetros. Lo mismo se puede decir de Salientes pues hemos huido del estereotipo para buscar rincones vírgenes, intocados”.
Señala Carrera que el libro tiene una importante carga ecológica, de compromiso con su tierra. “Es que me cabrean mucho los molinos eólicos, las escombreras, las minas a cielo abierto. Creo que tenemos que hacer una reflexión muy seria sobre la obligación de dejar a nuestros hijos una tierra mejor que la que hemos recibido. El libro es un alegato conservacionista de un Bierzo que puede tener una economía sostenible”.
Carrera se muestra convencido de que su obligación como escritor y como berciano es “formular preguntas y que el lector de sus respuestas. Preguntas del tipo de ¿cómo sería la magia de aquel Bierzo cuando llega San Fructuoso a Compludo desde Portugal? Ese instante, esa magia, es el que debemos preservar para las generaciones venideras”.