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El curso parlamentario es como el curso escolar, en quince días cierran el pupitre y, con alguna excepción, nos vemos en septiembre. En la recta final de junio, dos comisiones de investigación compiten a ver cuál acaba antes: la de las cajas de ahorros y la comisión contra la corrupción. Esta semana el Hórreo promete cierta excitación periodística ante la anunciada comparecencia, el viernes 21, de las ex-vacas sagradas Méndez, Pego, Mauro Varela y Gayoso, que sigue siendo Medalla Castelao 2002, “por la perfección, el simbolismo o la trascendencia de su obra”.
Con el horno parlamentario caliente, la foto mugrienta eclipsa otras comparecencias, sólidas y bien fundadas, que exigen lectura detenida; por ejemplo, la del colectivo progresista Xusticia e Sociedade de Galicia, representado ante el Parlamento por el abogado vigués Matías Movilla. Así como esos presuntos delincuentes -todavía amparados por las telarañas del ocultismo oficial, que se niega, incluso en sede parlamentaria, a revelar sus juergas y jubilaciones-, son el pasado, las propuestas de Xusticia e Sociedade orientan el futuro.
Me centraré en la modificación de la Ley de Partidos: “El grito de que no, que no, que no nos representan, transmite un ansia popular de desafección. Son y han sido los partidos, los que han impedido la persecución y erradicación de las conductas corruptas”, afirma Movilla, los mismos partidos que hasta 2012 se autoexcluyeron de toda responsabilidad penal por donaciones ilegales, ésas que ahora están aflorando y quedarán impunes.

La nueva Ley de Partidos debe contener una exigencia sencilla: que su funcionamiento interno sea democrático como exige el artº 6 de la Constitución y sigue siendo el talón de Aquiles de tantas ejecutivas vitalicias, sanedrines, baronías feudales, cooptaciones y otras componendas.
Democracia interna: la gran asignatura pendiente de los partidos políticos. ¿Cómo fraguarla? Movilla concreta la respuesta de Xusticia e Sociedade en siete medidas: 1) Congresos cada dos años, en fecha fija. 2) Directivas y asambleas internas en fecha fija, incluyendo siempre votación sobre gestión de la directiva con voto secreto. 3) Composición de congresos proporcional a afiliados o votos del partido en cada provincia o distrito y limitación de mandatos. 4) Elección de todos los delegados y órganos ejecutivos con voto secreto. 5) Elección de los candidatos en elecciones primarias. 6) Mandato limitado de los tesoreros y auditorías anuales externas. 7) Verificación independiente de los gastos electorales.
La propuesta interpela directamente a los partidos mayoritarios, acostumbrados a convertir sus congresos en plebiscitos: ¡¡Feijóo fue elegido por aclamación del 98,7€ de los votos!!; especialistas en sucederse a si mismos, como Pachi Vázquez, burlándose de las primarias que prometió machaconamente. Interpela también a BNG y UPG, a AGE, EU, Ecosocialistas… inmersos ya en el debate de la democracia interna, como se ha visto en la reciente asamblea de ANOVA.
Sin democracia interna no hay democracia y los partidos se convierten en maquinarias electorales, caballos de Troya en cuyo vientre germina la podredumbre de la corrupción. Me pregunto si alguien escuchará las propuestas de la Comisión contra la corrupción o el Parlamento Galego suspenderá y tendrá que repetir curso, otra vez más, en septiembre.

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Foto: Blog Chema Figueroa