Definitivamente, no se os puede dejar solos: se va uno un par de días a Europa y al regreso se encuentra a Gallardón degollado por los suyos, a Mas crecido como la espuma de una pinta de cerveza, RTVE al borde de un ataque de nervios y Felipe VI proponiendo utopías ecologistas, muy metido en el papel de Charles Chaplin en Un rey en Nueva York.
Mientras el antiguo régimen se derrumba a su alrededor, solo Maliano Lajoy conserva la calma, impertérrito, contemplando el Campeonato Mundial de Ciclismo de Ponferrada fumándose un auténtico habano made in China en la suite 666 del Bulgari Resort de Shanghai.
Habiendo dejado reposar un par de días la densa y nutricia cerveza escocesa, en una mano la jarra del SÍ y en la otra la pinta del NO, bebiendo sus enseñanzas sorbo a sorbo, anoto algunas conclusiones provisionales en las hojas de mi pasaporte, dado que no sirve para otra cosa pues ya no te lo sellan en ninguna aduana, con la ilusión que antaño nos hacía lucir un pasaporte bien estampado. Ahora ni siquiera lo piden: grandeza y miserias de una Europa que derriba fronteras en los Pirineos y en The Borders y las dibuja en otro cacho del mapa.
De las notas manuscritas de Passepartout, transcribo:
El Referéndum de Independencia de Escocia votado el pasado jueves 18S no es la estación de destino: es el punto de partida de un proceso que está comenzando. Muchos anticipamos que Alex Salmond había ganado ya antes de celebrarse la votación y los datos acreditan que el Primer Ministro escocés es el vencedor de la contienda; su dimisión es una jugada clásica de ajedrez, el gambito, un sacrificio previo al jaque mate que preparan los independentistas escoceses en cuanto ganen por mayoría absoluta las primeras elecciones, que están al caer.
Si alguien insiste en que contando los votos uno a uno perdió el SI y ganó el NO, yo le digo que las apariencias engañan y que no vi en los días posteriores al referéndum a ningún independentista deprimido: las banderas seguían ondeando y ninguna a media asta. Pasar de la nada anterior a tener un cheque al portador por valor de 1.617.989 votos es dar un salto político inmenso. Para corroborar este salto, la prensa de Londres advertía al día siguiente que el independentista SNP está a punto de convertirse en el tercer partido ¡en el Reino Unido! ¿Se imaginan aquí a Esquerra Republicana siendo el tercer partido, después del PP y Podemos?
De modo que, más cautela a la hora de concluir precipitadamente que Salmond, el SNP y el independentismo han perdido: ni siquiera el resultado puede considerarse como una derrota, y es seguro que van a dar mucha guerra.
Salmond está exultante, encantado, se le ve casi tan crecido como a Mas en lo suyo,sin una arruga en la cara ni en el traje;al día siguiente de su gambito recordó urbi et orbe que el referéndum no sustancia el derecho a la independencia (que es innegociable e inalienable desde su punto de vista), y que en el momento adecuado el Gobierno escocés podrá declarar la independencia unilateralmente.
No se tomen la afirmación de Salmond como una fanfarronada: el voto unionista, a favor de mantener el estatus actual de Escocia con el Reino Unido, apenas aventaja a los independentistas en 383.937 votos y habría que contabilizar cuántos votos fueron cautivos del miedo. Recuerden la oleada de amenazas de Cameron, Barroso, Rajoy, el FMI, la banca y las grandes empresas en los últimos días de campaña.
La estrategia nacionalista gana siempre: el paso siguiente al 44,65% es instalarse en el “nevereferendum”, pero con resultado distinto al de Quebec, es decir, acortando distancias hasta arañar a los unionistas los cinco puntos o 200.000 votos que inclinan la balanza hacia la independencia. ¡Solo doscientos mil votos!
Frente a ese jaque a la Reina, el verdadero perdedor del 18S, Cameron, solo puede replegarse, ceder terreno, hacer concesiones, prometer, prometer y retroceder, acosado al norte por Escocia, al oeste por Gales y en su propia casa por Inglaterra, que está empezando a hartarse del asunto. Díganme si es o no para que el Gobierno español tome nota y saque lecciones del referéndum escocés en vez de encogerse de hombros y marcharse a Shanghai con la cabeza de Gallardón servida por Soraya Salomé en bandeja de plata.
De la solución al rompecabezas o “encaje constitucional”, hablaremos mañana, pero ya les anticipo que es un encaje de bolillos.
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