Hace ya algún tiempo, en 2014, el diario El Mundo publicaba una lista de 43 políticos de los principales partidos (PP, PSOE, CiU, PNV) “enchufados” en las grandes compañías eléctricas en virtud de las llamadas puertas giratorias. La lista mete miedo: Felipe González, Aznar, Solbes, Atutxa, Isabel Tocino, Acebes… una larga relación de expresidentes, con muchos de sus exministros, cobrando sueldos disparatados de Iberdrola, Red Eléctrica, Endesa, Abengoa, Gas Natural Fenosa, Repsol, etc.
“Es legal, es compatible”, dicen los mismos que previamente han hecho las leyes y las compatibilidades a su medida, pero es manifiestamente inmoral, y su absoluta falta de escrúpulos indigna y escandaliza a la ciudadanía.
La indignación ha servido de poco —incluyendo el 15M, Podemos y las mareas de todos los colores—, pues la lista no ha dejado de crecer: les invito a visitar la web puertasgiratorias.org donde, sector por sector, tienen una relación exhaustiva de giróvagos iluminados. El sector más concurrido, y no es por casualidad, es el de la energía: exministros y sus exsecretarios de Estado copan los consejos de administración de las grandes compañías eléctricas, con contratos precarios a tiempo parcial que van desde los 130.000 de Felipe González en Gas Natural a los 300.000 de Borrell en Abengoa, pagados con dinero público, nuestro dinero, o con nuestros caros recibos de luz y calefacción.
Por supuesto, Borrell —difícil encajarlo en el nuevo PSOE ecologista de Pedro Sánchez, por mucha cercanía que tenga que con la muy respetada Cristina Narbona— no se enteró, en su privilegiada atalaya de consejero, de que Abengoa ocultaba la deuda y estaba en quiebra. Si esa vigilancia no va en su sueldo, ¿por qué pagan estas empresas a consejeros sin experiencia en el sector, o que se aburren en los consejos, como Felipe González?
La respuesta es sencilla: desde esas instancias giratorias, estos matarifes de la ética hacen lobby en favor de las empresas que les pagan. No es que el PP o el PSOE tengan un exministro en Endesa o Iberdrola (que también), sino que Iberdrola y Endesa, y las demás, tienen uno o varios consejeros obedientes en el PP y en el PSOE. Lacayos que obedecen las órdenes de quienes les pagan: esto está inventado y es fácil de entender. La puerta gira de la política (o de las ubres del Estado) a los consejos de las eléctricas, y de los núcleos de decisión del oligopolio energético al corazón ejecutivo y legislativo.
Así se explica que la legislación energética, y las decisiones que la acompañan, no son diseñadas por el Gobierno o el parlamento pensando en el bien común, sino por las grandes compañías, calculando únicamente sus ingentes beneficios (multiplicados en la última década, mientras el resto de la sociedad las pasábamos canutas).
La prueba del 9 de las puertas giratorias son las recientes subastas de renovables licitadas por el Gobierno en enero de 2016 y mayo de 2017: miles de megawatios de biomasa, eólicas y fotovoltaicas repartidos entre media docena de subasteros, todos ellos próximos al partido en el poder (o por decirlo con más exactitud: siempre próximos al partido de turno en el poder). A la cabeza de los agraciados por la Bonoloto eólica, Florentino Pérez con 1550MW, más de la mitad de lo subastado en mayo. Las puertas giratorias de las eléctricas tienen ejes y goznes en el palco del Bernabéu. ¿Es preciso insistir o está todo claro?
España tiene que converger con Europa alcanzando un 20% de fuentes energéticas renovables antes del año 2020, y esto puede hacerse por dos caminos: el autoconsumo o el oligopolio. El autoconsumo significa políticas de energías renovables a escala local y doméstica —siempre “lo pequeño es hermoso”—, eliminar el impuesto al sol, reducir la dependencia de las grandes compañías, facilitar el desenganche de la insulina eléctrica. El oligopolio es repartir los 5.000 MW entre media docena de empresas y, en los montes donde antes había hayas, robles y encinas, plantar bosques de palas eólicas. Ya se están fabricando las 4.800 palas eólicas que se instalarán entre 2018 y 2019 en los montes de toda España.
Todo esto que está ocurriendo ante nuestras narices es un disparate, una tragedia ecológica y un gran negocio para unos pocos (y si hay pérdidas o destrozos, como en Castor —de nuevo, Flo— o Abengoa, los pagamos todos). La transición energética diseñada por el Gobierno ventrílocuo, voz de las eléctricas, consiste en cambiar de combustible (por ejemplo, menos térmicas y más eólicas) sin cambiar de propietario. Son las Renovables Giratorias, frente a las que debemos plantear un verdadero modelo alternativo, autogestionado, sostenible, a escala humana, basado en el bien común, en el beneficio social, respetuoso con el ambiente, que reduzca costes económicos y energéticos, que no colonice nuestros bosques y montañas. ¡Arriba las ramas!
Foto: Molinos aerogeneradores en El Redondal, de la serie Viaje interior por la provincia del Bierzo, de Anxo Cabada.
Leer en La Nueva Crónica