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Con frecuencia en las discusiones sobre política, ya sea en televisión o entre familia y amigos, el barullo te envuelve y todo se enreda: tratas de argumentar que España y el gobierno del PP incumplen sistemáticamente la legislación europea en materia de hipotecas abusivas, burlándose de la sentencia del Tribunal de Estrasburgo, y te contestan que el Alcalde de Cádiz se salta la ley para proteger a un deudor que usurpa el piso comprado por un modesto propietario con su sudor. Siempre confundiendo peras y manzanas para ocultar la realidad: aunque ahora el PP de Casado y del imputado Maíllo ha cambiado el discurso, el mensaje aún no ha llegado a las bases. Urge enviarles el argumentario nuevo y un espejo.

Hay, sin embargo, una regla de oro procedente del Derecho Romano, que aprendí en 1º de facultad y procuro observar para orientarme en la jungla legal, jurídica y financiera: Cui prodest? (¿Quién se beneficia?). En el debate entre derecha e izquierda, entre independentistas y centralistas, entre industrializadores y ecologistas, o entre lo viejo y lo nuevo, subyace la confrontación entre pobres y ricos, acentuada en un país que está dejando de ser de clases medias para aumentar la brecha de la desigualdad.

Cui prodest ley de vivienda de Andalucía, recurrida por el Gobierno y suspendida por el Tribunal Constitucional Popular? ¿A quién beneficia más esa suspensión manu militari: a las familias humildes que no llegan a fin de mes y no pueden pagar la  hipoteca o a los grandes bancos que socializan pérdidas y multiplican beneficios?

¿A quién beneficia y a quién perjudica que Carmena paralice la operación Chamartín o Ada Colau las olimpiadas de invierno? ¿A los desheredados o a los lobbies poderosos? Y así sucesivamente. Si la pregunta está bien formulada, la respuesta es siempre iluminadora: «Cui prodest scelus, is fecit» (“Aquel a quien aprovecha el crimen es quien lo ha cometido”), en palabras de Séneca. Por mucho que Rajoy se empeñe en su discurso de la recuperación económica, la pregunta interpela a los ricos y poderosos, a las élites corruptas, a la casta, sí, que tiene acceso al caviar de 30.000€ los 100 gramos, a los coches de alta gama y al lujo desmesurado y paleto. Da igual que sean jueces divinos de la muerte que constructores o banqueros con palco en el Bernabeu y cuentas en Suiza: son los Señores de la España Neofeudal.

El relato de la crisis
losricos-losadaHago estas reflexiones a propósito de la lectura del excelente ensayo “Los ricos vamos ganando: Señores contra ciudadanos en la España neufeudal” [Deusto, 2015], del analista y politólogo Antón Losada, que recomiendo vivamente como lectura para este verano: tiempo de reflexión antes de ser convocados a las urnas, acaso en septiembre. Por favor, lean este libro antes de ir a votar y elijan entre el relato de la crisis contada para niños por Rajoy y la Banca o la crisis contada a los ciudadanos por Losada.

No cabe en esta columna resumir las doscientas páginas densas, amenas y muy documentadas, pero intento esta síntesis: o salen ellos o salimos todos. Tras repasar las bases del neofeudalismo y desmontar la leyenda de la recuperación económica, Losada explica y demuestra cómo los ricos se lo llevan todo crudo y los perdedores seguimos perdiendo. “En ningún sitio está escrito que para que Amancio Ortega pueda embolsarse mil millones y tributar menos del 5% en impuestos, usted deba ganar menos”, dice Losada, y añade: “La pregunta correcta no es por qué protestan los ciudadanos, sino más bien por qué no protestan más”.

Cui prodest la amnistía fiscal de Montoro? Cui prodest la subida de impuestos? Cui prodest las privatizaciones de Aena y de la sanidad madrileña? ¿A los madrileños o al grupo Ribera Salud “que recibe la totalidad de sus ingresos de contratos públicos de Madrid y Valencia”?

¿Inversión o gasto?
Con dinero público, los Señores Neofeudales engordan sus empresas particulares, pero “somos nosotros quienes no nos podemos permitir el estado de bienestar”, desmontado por el Gobierno de Rajoy; somos los pobres, dice Losada, los culpables de la crisis en el relato del “pensamiento patrocinado”.

El ensayo es demoledor y estremece al hablar de la reforma laboral y el nuevo neovasallaje, en una España “líder europeo absoluto en desempleo juvenil”, o de la liquidación de las políticas de igualdad, convertidas por Moncloa-Faes en “peligrosas, inútiles y perversas”. También los viejos y los dependientes deben morirse, pues no son rentables.

Especialmente lúcida me parece la distinción entre “gasto” e “inversión”: las palabras no son inocentes, dice Losada, el lenguaje siempre toma partido. La educación y la sanidad no son un gasto: “Los ciudadanos deberían empezar a llamarlo inversión social. Gasto público son las subvenciones y ayudas que se embolsan las grandes corporaciones y patrimonios”.

Esta proscripción y abolición de lo público, incluyendo el acoso y derribo de la Unión Europea como proyecto –véase el ninguneo del Parlamento Europeo- y el discurso único de la austerocracia, cui prodest?

Tras un paréntesis mínimo en agosto, se avecinan turbulencias: el piloto con tentaciones suicidas gobierna la nave desde una pantalla de plasma, ciego, sordo y mudo. Nos conduce, concluye Antón Losada, a una nueva Edad Media, una vuelta al pasado tenebroso donde la efímera sociedad del bienestar sea reemplazada por una sociedad de propietarios, con señores y vasallos. En los próximos meses nos jugamos nuestro destino como ciudadanos: para ir meditando su voto en otoño, lean este verano “Los ricos vamos ganando” y entenderán por qué ellos han salido de la crisis y tú y yo no.

[Tornarratos también se retira a meditar hasta septiembre. Gracias a todos nuestros lectores y lectrices en El Semanal Digital, Mundiario, Galicia Confidencial, en el blog Tornarratos, en Daily Tornarratos y en las redes sociales. Feliz verano].
@ValentinCarrera