[…] Imaginad una acción de Estado global, como esta del coronavirus, contra el plástico. O contra el virus del tabaquismo: todo el sistema sanitario puesto en pie, miles de psicólogos combatiendo el síndrome de abstinencia, una pareja de la guardia civil en cada estanco, tanques a la entrada de Winston o de Altadis ―para que dejen de ganar dinero con nuestra muerte―, y un chorreo mediático tipo 1984. Resultado: todos más sanos y 56.000 muertos menos.
Vamos a tirar el Estado por la ventana por una sola de las siete plagas, pero el apocalipsis también son las otras plagas que habitan entre nosotros. Convivimos con una pandemia infinita ―nuestro modo de vida―, con costes sanitarios, familiares y económicos inmensos. ¿Qué haremos después, cuando ganemos la batalla al coronavirus? ¿Vamos a seguir acumulando estrés, obesidad, grasitas, ictus e infartos? ¿Van a continuar las multinacionales y los hiper vendiendo su muerte al por menor? ¿Vamos a seguir comprando sus humos y su basura con colorantes, conservantes, emulgentes, acidulantes y estupidizantes?
Esta cuarentena nos ofrece una gran oportunidad para cambiar el modo de vivir consumista y practicar hábitos sanos, baratos y sostenibles: cuidarnos y cuidar, poca tele y mucho sexo, jugar, pensar, conversar, amar. Ponernos una mascarilla contra el Covid19 y otra contra el estrés. Desinfectar la calle, pero también el móvil. Usar guantes para tocar un pitillo o una hamburguesa de macro granja. Un preservativo para follar y otro para votar.
En definitiva: plantar cara juntos al coronavirus y a todas las demás plagas, cambiar de vida. La primavera avanza.
Leer artículo en La Nueva Crónica.