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—Objetivo de la ONU: Asegurar que todas las niñas y todos los niños terminen la enseñanza primaria y secundaria, gratuita, equitativa y de calidad antes de 2030.

—El Ministerio para la Transición Ecológica debería implantar con urgencia la asignatura Educación para la Sostenibilidad.

—La Declaración de Derechos Humanos concibe la educación como la verdadera e indispensable herramienta para construir la paz.

 

El cuarto objetivo de la ONU para el desarrollo sostenible, ODS 4, no habla solo de educación, sino de “educación de calidad”, y esa calidad educativa debe entenderse como la base para mejorar la calidad de vida de las personas. Mirado desde el otro lado del espejo: sin educación de calidad no es posible vida de calidad.

La ONU estima que hay más de 265 millones de niños y niñas sin escolarizar, de los que la mitad viven en África subsahariana y en zonas afectadas por conflictos. Pero incluso, entre los que se podrían contabilizar como escolarizados, “617 millones de jóvenes en el mundo carecen de los conocimientos básicos en aritmética y de un nivel mínimo de alfabetización”.

En alguno de mis viajes he visitado escuelas infantiles en países del Tercer Mundo. Recuerdo en especial una escuela de Kenia, en un poblado masái, con los niños y niñas sentadas en un tronco de árbol, al aire libre, sin ningún material escolar, y un maestro, por así decirlo, que les enseñaba a recitar textos, oraciones o poemas que no supe identificar, cantando a coro. Esa era toda la escuela masái, sin donuts al recreo, sin iPad y sin laboratorio de química.

En República Dominicana, a pocos kilómetros de los resorts de lujo paleto que acogen a los turistas españoles del “todo incluido”, fui a una escuela local con mis hijas pequeñas a donar una maleta de libros y material escolar usado, que ellas habían reunido. El aula unitaria era un pequeño barracón destartalado para una veintena de niñas y chicos de distintas edades. Nos recibieron como a los Reyes Magos; nunca olvidaremos sus caras de alegría, “son los únicos libros que tenemos”, dijo la maestra quien, antes de irnos, preguntó, “¿Qué vais a hacer con la maleta?”. También se la regalamos, ante su sonrisa agradecida.

¡Nos sobra tanto!, aquí todo nos sobra, y ¡les falta tanto!, todo les falta, aunque también hay escuelas en barracones en Valencia y tal vez en su propio barrio, a la vuelta de la esquina, pregunten al padre Ángel.

Es duro y triste constatar que el ODS 4 no es novedad en el sistema —y esta reflexión podría extenderse a los otros dieciséis ODS—, puesto que el derecho a la educación está proclamado desde 1948 con absoluta firmeza en el art.º. 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental, que será obligatoria”. En su Declaración, la Naciones Unidas concibe la educación como la verdadera e indispensable herramienta para construir la paz: “Favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos o religiosos, y promoverá el mantenimiento de la paz”.

Este es el enfoque: la educación no es condición suficiente para conseguir la paz —en una comunidad internacional armada hasta los dientes, enloquecida y ensimismada—, pero es la condición necesaria.

Sin embargo, la realidad dice que para muchos países el ODS 4 aún no forma parte de sus prioridades de gobierno, por más que la ONU les recuerde una vez más, como en 1948 y en cien ocasiones anteriores, el Objetivo 2030: “Que todas las niñas y todos los niños terminen la enseñanza primaria y secundaria, que ha de ser gratuita, equitativa y de calidad y producir resultados de aprendizaje pertinentes y efectivos antes de 2030”.

Añadiré, para acabar, una asignatura pendiente: la educación ambiental. También la ONU la viene demandando hace tiempo (por ejemplo, en la Declaración sobre el Medio Humano, Estocolmo, 1972): “Principio 19. Es indispensable una labor de educación en cuestiones ambientales dirigida tanto a las generaciones jóvenes como a los adultos”. Tan importante como la sintaxis y las matemáticas, la Gramática Ambiental —verdadera educación para la ciudadanía— debería ser materia curricular obligatoria y transversal en todo el sistema educativo, empezando por corregir el analfabetismo ecológico de padres, madres y profesores.

Fridays For Future, Juventud por el clima, nos señala el camino. Tal vez en el próximo Gobierno, el Ministerio para la Transición Ecológica debería declarar la Emergencia Climática e implantar con carácter urgente la asignatura Educación para la Sostenibilidad.

Enlaces de interés:
Web de la ONU sobre los ODS.
—Descarga la app ODS en Acción.
Alto Comisionado de España para la Agenda 2030.
—Hazlo posible: Pon los ODS en acción con un voluntariado.
Lavola: La educación para el desarrollo sostenible.