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—La Agenda 2030 es el pacto por abajo que desborde el estrecho marco de los Estados.

―500 millones de europeos y 300 millones de norteamericanos vivimos por encima de todas las posibilidades, mientras 6.000 millones de personas viven por debajo del mínimo umbral de dignidad.

— Los Estados y sus alianzas funcionan más como dinosaurios que como ágiles instituciones de gobierno del siglo XXI.

 

Me gustaría abordar el ODS 17 de la ONU, Alianzas para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible, desde otra perspectiva, creo que distinta a la habitual: desde abajo. El ODS 17 no es un Objetivo en sí mismo, como los otros 16, sino más bien una fórmula de buena voluntad que invoca “el poder transformador de billones de dólares de los recursos privados para cumplir con los objetivos del desarrollo sostenible”.

Tras dieciséis semanas examinando cada uno de los ODS en estas tribunas de @EfeVerde, mi conclusión provisional es que ningún desarrollo será viable, posible ni sostenible sin una alianza por abajo, en la base, en la ciudadanía.

El problema de las “alianzas por arriba” es que los Estados, los gobiernos y sus distintas componendas, son como gigantescos Titanics, siempre a punto de chocar con el iceberg sumergido de la pobreza, del analfabetismo, de la exclusión. Los Estados y sus alianzas funcionan más como dinosaurios de otro tiempo geológico que como ágiles instituciones de gobierno del siglo XXI.

Basta con otear la Asamblea General de la ONU y cuánta fuerza y energía se dilapida en vetos, zancadillas y mercadeo. Las varias combinaciones de poder  mundial ―G7, G8, G10, G15, G20, G24, G77, la UE (con y sin Reino Unido), Mercosur, los BRICs, la Alianza del Pacífico y unas cuantas más― no consiguen avanzar a la velocidad que exigen perentoriamente las metas de los ODS. Corren más el hambre y la pobreza que la Cumbre de París.

O funcionan a distintas velocidades: por abajo, la población del planeta, y sus necesidades, se multiplica exponencialmente, mientras los Estados y sus foros permanecen fosilizados. La población mundial era de 1.200 millones de habitantes en 1850, a mediados del siglo XIX, con una curva de crecimiento progresiva, muy lenta, desde el origen de los tiempos. De pronto, un siglo después, la población mundial se duplica, 2.500 millones en 1950; que a su vez se triplica en menos de sesenta años, hasta llegar a los actuales 7.700 millones de humanos, con previsión de superar los 8.500 millones en 2030, según el último Informe de la ONU.

Este es el ritmo al que corren las necesidades de la población mundial, mientras los poderosos grupos G´s y otras alianzas debaten en largas y tediosas, cuanto inútiles, conferencias internacionales en las que, sabemos por experiencia, se avanza muy poco. De cada foro, asamblea o convención emana cual doctrina pontificia una declaración teórica de muy buenas intenciones, amén de la correspondiente foto de familia, sin que se traduzca en medidas drásticas a la velocidad que exige el hambre.

Y este es, en mi opinión, el reto del ODS 17: superar el marco fósil de las alianzas gubernamentales y propiciar las alianzas de la ciudadanía, desde abajo. No son los países depredadores, sino sus pueblos, quienes han de hacer posibles las metas de los 16 ODS: erradicar el hambre, la pobreza, el analfabetismo; educación, igualdad, desarrollo sostenible, salvar el planeta.

Estoy pensando en Brasil y la Amazonia, pero también en los Estados ricos cuyo insostenible nivel de vida, herencia del modelo colonial, corre a cuenta del sufrimiento ajeno. Quinientos millones de europeos y trescientos millones de norteamericanos ricos ―entre los que también tenemos un 20% de pobres―, vivimos por encima de todas las posibilidades (de esta generación y del planeta Tierra), mientras 6.000 millones de personas viven por debajo del mínimo umbral de dignidad.

Los dueños del mundo, que son parte del problema, no van a corregir el rumbo de su alocado Titanic: la solución está en manos de lo que Victor Hugo llamó ―y todas las asambleas, G20s y foros de Davos lo entienden― Los Miserables. Los protagonistas de Novecento, es decir, “El cuarto estado”.

El ODS 17 señala el camino: la Agenda 2030 es el pacto por abajo, la acción solidaria e inclusiva que desborde el estrecho marco de los Estados: la alianza de los miserables, la gobernanza del cuarto estado.

Foto portada: El cuarto estado, de Pellizza da Volpedo, 1901 (Wikipedia).

Enlaces de interés:
Web de la ONU sobre los ODS.
Alto Comisionado de España para la Agenda 2030.
―ONU: ODS 17: ¿Por qué son importantes las Alianzas? (pdf descargable).
Contador de la población mundial.
―OMC: Agrupaciones de países.