Iniciamos la andadura de estos Martes románticos hace algunas semanas con la idea de compartir, divulgar y disfrutar aspectos más cercanos, familiares o sorprendentes del siempre desconocido Enrique Gil y Carrasco, e ir disfrutando de su vida y obra; y sin querer queriendo, hemos llegado al Año Romántico 2015, que inauguramos con un nuevo poema: El Sil.
El Sil es un largo romance en quintillas y serventesios que el propio Enrique leyó en el Liceo en junio de 1838. Evocación al río de las arenas de oro, en cuyas aguas se miraron romanos y templarios…, contiene el panta rei de Heráclito: “Las cosas fluyen y nada permanece quieto, y comparando las cosas existentes a la corriente de un río dice que nadie puede sumergirse en él dos veces”:
Que tus aguas corren hoy
como corrían ayer;
sólo yo mudado estoy,
porque los pasos que doy,
son pasos hacia el no ser.
Es un poema gemelo de Un recuerdo de los templarios; en el que aparece el tópico del Ubi sunt, ecos de las Coplas de Manrique sobre lo efímero de la gloria y las vanidades, y de La vida es sueño de Calderón:
¿La ilusión es la verdad?
¿0 es la verdad ilusión?
¿Es la ciencia vanidad?
¿Es la gloria soledad
del humano corazón?
En cuanto a la evocación de la niñez del poeta, el profesor Picoche ha analizado el paralelismo entre este poema y Un recuerdo de Arlanza de Zorrilla, ambos poemas son de 1838 y cantan la evocación del río de las ondas claras, el paso del tiempo, la nostalgia de la niñez y el amor perdido; Gil y Zorrilla “anticipan acentos de Antonio Machado y Gerardo Diego en torno al Duero, agua que se va y no vuelve, tiempos que se han olvidado, “ay de la niña que llora / sobre las aguas su pena / río sin memoria / río que sólo refleja”.
Fotos: El Sil desde dentro, serie de Anxo Cabada
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