Acabo de escribir 160 páginas y ya me arrepiento: no espere el lector encontrar en este libro páginas de esas que se pasan mojando el dedo índice en los labios, no; son ciento sesenta láminas espectaculares, un diseño de lo más original y creativo, que debemos al talento de Nicolás de la Carrera.
No, no somos primos, ni siquiera lejanos; pero no ocultaré por más tiempo mi afecto hacia un emprendedor berciano que ha recorrido todos los caminos, de Estados Unidos a Chile, pasando por una intensa vida en Senegal, para acabar echando raíces, de momento, en su casa petrucia, en Villar de Los Barrios.
Ha llegado desde Dakar con Calixta y dos pillabanes –Nicolasín y Toumani– que apuntan maneras de guajines bercianos, y un tercero en camino, a abrir senderos nuevos en su tierra, que es la nuestra, Ponferrada y El Bierzo; y, cargado de entusiasmo contagioso, ha puesto en marcha una editorial colega, BierzoVivo, que saludamos con afecto. ¡Hay que echarle c… valor!
Larga vida a su proyecto: lo ha presentado en sociedad con un libro de lujo, Los Barrios, tres pueblos de leyenda, donde Nicolás ha implicado al sursum corda: textos de Vicente Fernández, Manolo Cerdeira, Mariano Higuera y alumnos del IES Europa, y un refranero aportado por Manuel Cuenya; fotos de Robés, Quinito, Óscar Alonso, Miguel Carballo, Fernando y Emilio Aguilar, además de unos cuantos tesoros fotográficos sacados del álbum familiar, y todo ello pulcramente diseñado, con un gusto por la perspectiva y el color que confirman el talento profesional de Nicolás de la Carrera, diseñador gráfico, experto en turismo y eventos culturales. Su más reciente aportación ha sido el festival Villar de los Mundos, que atrajo a Los Barrios artistas de distintos países y culturas el pasado septiembre.
En defensa del patrimonio
De modo que este libro del que hoy hablo, primera entrega de la editorial BierzoVivo, que tiene ya en preparación uno sobre Molinaseca y otros más en el magín, es un regalo para los sentidos: puede leerse viendo los santos, deleitándose con el catálogo arquitectónico de los tres barrios: cincos ermitas o capillas y dos docenas de casonas solariegas espléndidas, blasonadas, barrocas, la expresión más elevada de la arquitectura civil en El Bierzo. Las casonas de los Valcarce, Carujo, Ponce de León, De la Carrera, Yebra, Capelo… algunas del siglo XVI, la mayor parte del XVII y XVIII, algunas magníficamente conservadas, otras desgraciadamente en ruina o a punto de derribarse, esperando la mano salvadora de ese expediente de Patrimonio que nunca se resuelve a tiempo.
Este libro, producido mediante suscripción popular, con ayuda de muchos vecinos de Los Barrios y algún apoyo institucional, es también un grito de alerta para salvar el patrimonio de Los Barrios, y de todo El Bierzo, una puesta en valor, visualmente irreprochable. “Estos son nuestros tesoros —señores de León y Valladolid que gobiernan patrimonios ajenos, por si alguno no se ha enterado—, dense prisa que se nos cae el palacio de las Carralas”. Como dice Tito Fernández en el prólogo, el expediente de declaración de conjunto histórico-artístico de Los Barrios lleva ¡treinta y siete años! incoado, pendiente de una decisión administrativa. Poca seriedad y sensibilidad cero.
Un valle de película
Riqueza arquitectónica, reseñada ya hace décadas en el primer libro sobre Arquitectura civil en El Bierzo, de Luengo; riqueza paisajística de un valle a tiro de piedra de Ponferrada, en las estribaciones de la Aquiana, en el camino hacia el Morredero, riqueza histórica de un pueblo que es memoria viva, y las páginas de este libro lo atestiguan: el viejo fielato, la maleta del emigrante, el pozo comunal de Castro, los balcones barrocos, las plazas porticadas, el típico empedrado de las calles, las viejas bodegas que en algún tiempo surtieron de vino las mejores mesas del Bierzo y allende Manzanal.
Los Barrios: rincón al que me acercaba haciendo mis pinitos como periodista en Aquiana, a reportajear los secretos del museo de don Adelino Yebra, decían que tenía malas pulgas, conmigo siempre fue amable, ¡lástima de sus tesoros aventados, serían hoy motivo de orgullo en el pueblo. Lombillo, el pueblo de mi tocayo García Yebra, donde el artista Luis Gómez Domingo nos dio posada y La Girona cocinó una gallina con arroz para dos viajeros a caballo.
Los Barrios, donde busqué interiores para la inconclusa película Templario: El Señor de Bembibre, y donde espero encontrar en la jubilación de mis días reposo en el claustro del convento Lozano, y escuchar allí en primavera el parloteo del ruiseñor y el mirlo, contando los días de cerezas a castañas, y de carámbanos a amapolas. Sí, son tres pueblos de película, Villar, Salas y Lombillo, y este magnífico libro de Nicolás de la Carrera, hace justicia a la leyenda.
[Nicolás de la Carrera, Los Barrios, tres pueblos de leyenda, editorial BierzoVivo, Ponferrada, 2014, 160 pp.]
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