Lectura de filandón, para compartir abuelos y nietos en torno a la hogera, una noche de luna llena…
«Lo que la loba hace, al lobo le place». Ha venido a mis manos, primorosamente editado, el libro Lobos por El Bierzo del amigo y colega en este oficio del periodismo, Toño Criado, caballero andante de la radio y templario probado.
Digo que está editado con primor, porque Ediciones El Forastero ha cuidado el detalle: un libro que gusta al tacto, Borges diría que al olfato, y complace a la vista, el sepia cálido del interior, las granates guardas, las ilustraciones de May Criado. Son 250 páginas contundentes, hechas con mimo durante años, perla a perla. No ha quedado rincón en El Bierzo, fuente bibliográfica o tradición oral que no haya sido escudriñada por Toño Criado en su búsqueda del lobo.
Como un Félix Rodríguez de la Fuente, el amigo de los animales, Toño Criado escucha la voz de los siglos y nos transmite el aullido de la manada, caminando entre realidad y ficción, entre tradición y leyenda. Hablar ahora de lobos a los guajes, nativos digitales, es en vano: su único referente es la saga Crepúsculo. No así para los de nuestra generación y todas las anteriores, cuya memoria oral rastrea intensamente Toño Criado.
En una excursión reciente a Lago de Carucedo, el editor Paco Macías narraba cómo, siendo chaval de diez años, al volver de la escuela se cruzó cara a cara con el lobo. Diríase que antaño el lobo era como de la familia, como eran de casa el gocho destinado al mondongo o la Santa Compaña de las encrucijadas nocturnas. El lobo, el miedo, la oscuridad, la noche, el pánico, el relato, la muerte: hay que dejarse llevar por el mimo de Toño Criado para salir de estos andurriales de la web y los blogs, y regresar a la cocina de fuego, la pota renegrida sobre la trébede, las pancetas y ristras de chorizos colgadas al humo, ni una sola bombilla, y la familia en torno a la hoguera, navaja en mano, cortando el pimiento frutal sobre el pan de centeno… y alguien comienza el relato.
Como de la familia, pero fiero y con luna llena, el lobo está en el cancionero, en el refranero, en el cine y la literatura: Criado lo documenta en citas de Mestre, Carnicer, Pereira, Risco y decenas de autores. Senderos que recorren con estilo ameno las páginas de Lobos en El Bierzo, ensartando las historias de miedo («que viene el lobo»), los cuentos y decires populares (Xan Ponticela, los cojones del lobo, cabritín-cabritate) o los sucesos reales contados de primera mano, como la muerte de un niño en Almázara, comido por una loba en un barreiro de centeno y trigo, camino de San Miguel.
Lobos en El Bierzo es una lectura que gustará a nuestros mayores, a los que trasladará a sus recuerdos de infancia, pero es una lectura de las que gusto llamar «de filandón», para ser compartida por nietos y abuelos, dejando que cada página tire del hilo de la memoria, mejor si asoma la luna llena por la ventana, y acabar juntos recitando a coro con La Braña el maravilloso romance de La loba parda.