* El doctor Plácido Castro enseña las cuatro reglas de la vida sana
* La mejor “operación bikini” y la mejor medicina es evitar cada día la obesidad y el sobrepeso
Durante años han pasado por mi vida algunos, barra as, inconscientes, con más frecuencia chicas o señoras preocupadas por su buen ver, pero también panzudos varones de todas las edades, empeñados en adelgazar en cuatro días. La prensa rosa lo llama “operación bikini”, que suena a un desembarco militar contra los michelines por tierra, mar y aire.
Las he visto adoptar brutalmente la dieta del melocotón y pasarse tres semanas sin probar otra cosa que melocotón (en almíbar!!). Conocí a una insensata que hizo durante tres semanas la dieta del melón. Aún vive. Otros se forran a cervezas y cubatas por la tarde y a la mañana siguiente se mazan brutalmente en el gimnasio. ¿Qué tornillito se les ha aflojado?
En la enfermería del cuartel (del cuartel sanitario en el que han convertido nuestras vidas) el doctor que-ni-te-mira-y-te-diagnostica-y-te-receta-a-través-del-ordenador, digamos el Doctor SS, ni te mira ni te ausculta ni te pregunta las cuatro cosas elementales. Si tiene usted estreñimiento, laxantes al canto. Si duerme mal, tres grageas de relaxina. Si está usted en el grupo de riesgo de cáncer de colon, no se preocupe, siga con su dieta insana y ya le operaremos a vida o muerte cuando le toque.
No exagero un pelo, más bien me quedo corto. La industria de la enfermedad ha militarizado nuestra salud, ha secuestrado los aspectos básicos de una vida sana. Siendo consciente de que hay enfermedades graves y pacientes que merecen todo nuestro respeto, empatía y atención, hay miles de casos que se resolverían con una ecuación de EGB: prevención y vida sana. Que viene siendo lo mismo.
Tomar el mando de nuestra dieta
Vida sana significa, además de una actividad física suficiente y regular, una dieta sana. Significa parar en adultos y niños las enfermedades de la sociedad de consumo, básicamente la obesidad y el sobrepeso. El primer paso es tomar conciencia del tipo de comida y costumbres a las que nos empuja, y aún obliga, el consumismo. Una sociedad en la que todos los días se tiran a la basura toneladas de comida: casas, ¡nuestras casas, sí, la tuya, la mía, la de tu abuela, la del vecino!, donde todos los días sobra comida, donde se come demás y se gasta en exceso (mientras al otro lado del cristal mediterráneo, millones de personas nos miran hambrientos).
El doctor ponferradino Plácido J. M. Castro Fernández acaba de publicar un librito, lo digo cariñosamente, de autoayuda dietética, una guía sencilla, muy didáctica y fácil de comprender, y de seguir, para salir de nuestro descerebramiento alimenticio y tomar el mando de nuestra dieta.
El vademecum de Plácido Castro, “Guía básica de alimentación saludable” (Ed. Manuscritos, 2014), resume en casi un centenar de páginas los consejos necesarios para cambiar el rumbo de una vida insana. Cosas tan sencillas que casi da grima citarlas, pero imprescindibles: abandonar la comida rápida, evitar los alimentos refinados. Multiplicar por dos o por tres las frutas, verduras, algas, cereales y legumbres. Tomar con moderación pescados, huevos, carne de ave, tofu, seitán. Dividir por dos o por tres la cantidad de carnes rojas, embutidos, grasas saturadas y dulces. Lo siento por las fábricas de embutidos del Bierzo: no seré yo quien suprima el chorizo o el botillo de mi menú, pero tenemos que bajar la cantidad… todos.
¡Esas bollerías industriales, bollicaos y donuts de colores, esas palmeras tamaño abanico que se zampan los adolescentes, ese azúcar blanca refinada, veneno puro, que nos meten en chocolates, zumos “naturales”, conservas e incluso en los embutidos!
El libro de Plácido Castro es una invitación amable a cambiar el chip: digo amable, porque Plácido –como corresponde a su nombre– no impone doctrina ni es dogmático. Apenas induce, sugiere, acompaña. Me gusta su consejo: “Sé tolerante y comprensivo contigo mismo”.
—¿Has vuelto a caer en el azúcar blanco, hermano? ¡Toma, prueba esta miel de Fornela!
Mirada humanista y agradecida
No se puede ser buen médico sin ser humanista; siendo médico, Plácido Castro es un humanista de mirada compasiva y empática: “La salud es una responsabilidad individual. Es un camino, el camino de la vida sana, que depende sobre todo del aire que respiras, de los alimentos y líquidos que ingieres y del ejercicio que realizas. Sé tolerante y comprensivo contigo mismo. Procura vivir cada día con alegría y optimismo, sintiendo cada momento, en el aquí y el ahora. Intenta CUIDARTE y vivir agradeciendo”.
Les recomiendo la “Guía básica de alimentación saludable” no solo como una lectura, sino como un amigo que podría presidir la cocina o la mesa, acompañando nuestro cambio de hábitos. Repensando nuestra actitud ante el acto de comer –tantas veces ansioso, descuidado, apresurado o sin prestarle atención-, nuestra actitud ante los alimentos como fuente de vida. Y todo ello también como parte de una pedagogía necesaria con nuestros hijos e hijas, víctimas más vulnerables de la comida basura, las bebidas artificiosas y las chuches venenosas, víctimas de alergias y nuevas pandemias (el gluten, la lactosa, el no se qué) que no existían en mi infancia. Ahórrense el dentista, el alergólogo, el cardiólogo, el proctólogo y el gimnasio, ahórrense una pasta en laxatina y dormitina, cambien las farmacias por una latica de huerto propio en el pueblo, vuelvan a las cosas sencillas, a la fruta y verdura de temporada, sin envoltorios de plásticos ni frío industrial, comprada en la plaza de abastos, a la señora Lola o en el Puestín del Mercao, directamente del productor al consumidor. Háganse un favor definitivo: háganle un corte de mangas a los macdonalds y las caca-colas.
Gracias al libro de Plácido Castro yo me he puesto en marcha y les aseguro que siguiendo su ejemplo (intenta cuidarte y vive agradeciendo), cada día agradezco este modesto cuanto valioso hallazgo de las Letras Bercianas (Sanas) inspirado en la máxima de Hipócrates: “Que tu medicina sea tu alimento y que tu alimento sea tu medicina”.