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A Nicolás Solana y Antonio Galán. In Memoriam

Hace pocos días contaba a los alumnos y alumnas del IES Álvaro Yáñez de Bembibre la necesidad que tenemos de salir de nuestro analfabetismo emocional y realizar un aprendizaje intensivo para la vida, de esos que no se enseñan en escuelas y bachilleratos, ni con títulos ni diplomas.

Aprender a reír, a escuchar, a sentir, a acariciar, a llorar. Sobre todo a reír y a llorar. Los chicos, analfabetos emocionales integrales, aprendimos que los hombres fuertes nunca lloran. Hoy quiero ser débil, mariquita, huevón, huevón.

Anoche falleció en Ponferrada el padre de mi querido amigo de infancia, Quique Merino, de la actriz Mapi Galán y de una familia numerosa, casi una institución, muy querida en la ciudad.

Apenas mi pensamiento iba y venía al afecto de Quique y Mapi, cuando me llegó la noticia del ingreso en la UCI de un compañero con cáncer posiblemente terminal. Entonces me rompí por dentro y lloré.

Y leo ahora que se nos acaba de ir el artista Nicolás Solana. Berciano de adopción, fue profesor mío en Flores del Sil; su óleo «Losada», que comparto, preside mi habitación; hace pocos meses visité su estudio con Sandra y Alicia, y regaló a mis hijas una lección de pintura. Era pura generosidad y afecto. Cuando esta noche, y cada noche, contemple su óleo, sentiré que sigue entre nosotros.

Amigos y amigas de Borges en El Bierzo: gracias por compartir conmigo estas lágrimas furtivas. Y a los chavales de Bembibre, que ya nos seguimos en Twitter, gracias por dejarme contemplar mi adolescencia en el espejo.

Del otro lado del espejo nos contemplan ya Antonio y Nicolás, mientras un amigo lucha a muerte por la vida.