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—Buscó para despedirse el mar que mira a Occidente, y allá se fue con el ocaso, dejando entre nosotros una estela de respeto y de cariño

La madrugada ha traído la noticia triste y desapacible: “Acabo de hablar con Teresina y, con profundo dolor y tristeza, tengo que comunicaros que nuestro PEPE ÁLVAREZ DE PAZ acaba de fallecer en Bayona. Los últimos tiempos han sido muy duros frente a una cruel enfermedad, pero lo sobrellevó con enorme entereza, siempre acompañado por Teresina y David”.

A primera hora, la sacudida emocional prendía ya su tristeza desde Baiona a Noceda, desde Ponferrada a Madrid, en cientos de amigos y amigas, compañeros de una y mil batallas; en toda la familia socialista berciana, española y europea. Por abrazarnos y darnos consuelo mutuo, hablé con uno de sus amigos más queridos, Amancio Prada: “Seguía activo, lúcido, vital, pensando, escribiendo; hace pocos días me envió un poema sobre las islas Cíes. Luchó hasta el último minuto como un león”.

Pepe fue durante cuatro décadas faro de la política y la cultura berciana, referente fundamental de la Transición. No es preciso insistir en su bonhomía, su bondad de carácter y afabilidad; y con esa sonrisa picarona y cómplice que asomaba a sus ojos vivaces quiero quedarme en su despedida.

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