Con esta manía de reescribir la historia que les ha entrado a los catalanes separatistas, estoy algo confuso sobre nuestro glorioso pasado, de modo que he consultado mi Enciclopedia Álvarez, de 2º grado, donde viene clarito todo lo que un buen español debe saber.
Así: en el año 711 don Rodrigo perdió la batalla de Guadalete, por culpa del obispo Oppas que se pasó al enemigo, “y en dos años los árabes se apoderaron de nuestro suelo (…) pero los cristianos no quisieron someterse al yugo árabe e iniciaron la Reconquista” y aquí viene un dibujito de don Pelayo que quita el hipo.
Otra página gloriosa se cuenta a la inversa: “en 1492 España conquistaba tierras en América con el fin principal de evangelizarlas y civilizarlas”. Es lo que tenían Hernán Cortes y Pizarro, que eran muy religiosos y muy civilizados.
Han pasado cinco siglos –ocho duró lo de don Pelayo- y los descendientes de Moctezuma, Atahualpa y Simón Bolívar han iniciado la Reconquista de la Madre Patria, tantas veces madrastra. Nos vienen a dar sopas con honda.
En Argentina, Kirchner despachó a Repsol con unos bonos basura. En Bolivia, Evo Morales le dijo a Fenosa que tururú y expropió la filial de Red Eléctrica Española, siguiendo el ejemplo de Hugo Chávez. Cuando se lo restregaron al Rey de la Madre Patria en la Cumbre Iberoamericana -¡qué antigualla, qué desfase!-, nuestro Rey dijo aquello de “Y tú, ¿por qué no te callas?” y luego se levantó y se fue, mientras Ortega hablaba del saqueo de Fenosa en Nicaragua.
Es la purita Reconquista: como los aliados en Normandía, han escogido Galicia como cabeza de puente para entrar en Europa. Galicia, situada estratégicamente, mar por medio Nueva York. Iniciaron el asalto las tropas norteamericanas de Citygroup comprando Autopistas: lo primero, las infraestructuras. La semana pasada aterrizó la petrolera mejicana Pemex en el astillero vigués Barreras, a precio de saldo: lo segundo, los barcos. Ayer perdimos la honra: el banco de Venezuela Banesco compró regalados los despojos de las cajas de ahorro gallegas, liquidando definitivamente el sistema financiero de Galicia: lo tercero, la banca. Ya tienen carreteras, puertos y dinero; Repsol, Pescanova, Fenosa, toda la escuadra cristiana se bate en retirada; culminar la Reconquista es cuestión de poco tiempo. Ya lo escribió Zorrilla en el XIX: “Torpe, mezquina y miserable España, ¡venid por lo que queda extranjeros rapaces, que insolentes habéis hecho de España una almoneda!”.
A esta almoneda se le dice “que somos muy atractivos para el capital extranjero”, lo cual no encaja con tener la morosidad más alta de Europa. Sorprende la alegría, ¡bienvenido Mr. Chávez!, con que recibimos al conquistador venezolano frente a la opción “indeseable” de caer en manos catalanas o santanderinas: un modo curioso de entender la patria. Pero lo que más sorprende es que esta Reconquista Bolivariana haya empezado, como la de Covadonga, en una aldea gallega, Os Peares, y que don Pelayo Núñez Feijóo, como el obispo Oppas, se haya pasado a las tropas enemigas. La Wikipedia le recordará como el traidor que vendió Galicia por un plato de lentejas.
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