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Lo de Chipre ha roto todos los esquemas, deja abiertas todas las heridas y sin respuesta todas las preguntas. Una isla minúscula en el Mediterráneo, convertida en epicentro político de Europa. Una isla que son dos estados, una guerra larvada, un viejo pulso entre Grecia y Turquía, un portaaviones financiero para la oligarquía rusa, un paraíso fiscal dentro del euro, bendecido por las ¿normas comunitarias?, y unas inmensas reservas submarinas de gas y petróleo, capaces para abastecer a media Europa durante décadas.

“Antes que Castilla leyes, concilios, fueros y reyes dieron prestigio a León”, pregonan con orgullo mis paisanos leoneses, matando judíos por las tabernas la noche del Jueves Santo, en honor a San Genarín, patrono de los borrachos. “Antes que Europa leyes –podrán decir los chipriotas-, Alejandro Magno, San Pablo y Ricardo Corazón de León dieron prestigio a Chipre”. Tres mil años de historia, desde los hititas y fenicios, para que ahora vengan unos banqueros de Bruselas a poner la Wikipedia patas arriba.

Chipre fue siempre dominio ajeno, griego, turco o inglés, hasta la independencia en 1960. O sea que de soberanía ya no hablamos; se la dejamos toda para Artur Mas. Los cerebritos del Eurogrupo –los diecisiete ministros de economía de los países del euro-, lo han dejado claro: ni parlamento chipriota ni rabo de gaita, aquí mandamos nosotros.

Hace tiempo que nadie habla de la Constitución Europea, ¿recuerdan? El Eurogrupo se pasa la soberanía popular por la entrepierna; primero en Irlanda, Portugal, Grecia, Italia, España… y ahora en Chipre, imponiendo sus MoU (memorandum of understanding) sin ningún control democrático, ante la pasividad y consentimiento de una Comisión Europea a la deriva y un Parlamento narcotizado. Lo de Chipre, la isla de Afrodita, cuna de Europa, constata el fracaso y degeneración de esta Európata de los Mercaderes, a los que Adenauer y De Gasperi expulsarían del templo a latigazos.

Luego está lo del ahorro y la inseguridad jurídica. Toda la vida pensando lo bueno que es ahorrar para que vengan los 17 cerebritos a decir: “Cuidadín, que también le podemos tocar lo suyo”. Adueñarse de lo ajeno ya no es un robo ni un expolio, es un recorte. Si fueran comunistas expropiando la vaca del vecino, la derecha pondría el grito en el cielo; pero como son señores con corbata que nos vienen a salvar de nuestros errores, pues nada, abramos nuestras libretas de ahorro en canal y que se lleven lo que necesiten, que está la banca muy malita. Desde que el 18 de marzo, el FMI, el BCE y Bruselas acordaron meter mano en la caja de Chipre, la lógica secular del ahorro ha saltado por los aires y, cuanto más hayas ahorrado, peor para ti. Como diría Mota, “ahora vas y lo cuentas”.

¿Con qué cara nos va a pedir Rajoy que ahorremos y confiemos en la banca si lo que era inamovible ha empezado a moverse? Lo de Chipre interpela al Parlamento Europeo, a los ciudadanos, a la Historia, y rinde culto al insaciable Dios Dinero, en cuyo altar ofrendan sacrificios de sangre De Guindos y los suyos. Muy primitivo y muy poético, pero cuando ustedes se queden sin derechos y sin ahorros, como ya les ocurre a los 400.000 expoliados de las preferentes y a millones de víctimas de los recortes, entonces dirán con Galileo: “Eppur si mouve”. Y, sin embargo, se mueve.

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Imagen: blog Laguna escrita
Chipre debe cambiar su modelo, por Javier Solana