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En el 82 la derecha se irritaba porque los periodistas progres tenían la osadía y mala educación de tutear al presidente del Gobierno: “Felipe, ¿tú qué piensas de Solchaga?”, “compañero Felipe, ¿cómo ves lo de los astilleros de Ferrol?”. Todo muy campechano. Luego vino Aznar y se restableció el orden y el usted: nadie osaba llamarle Josemari, salvo su mujer, Jordi Pujol y Bush, todos ellos en la más estricta intimidad. Con ZP la cosa evolucionó del colegueo de la ceja y la sonrisa abierta al rostro impávido y la sordera, de modo que daba igual tratarle de tú o de usted: no sabe, no contesta.

Ahora, con Rajoy, la derecha ha descubierto el colegueo: periodistas y acólitos compiten en excesos de confianza presumiendo de su cercanía con ese a quien ellos llaman ¡simplemente Mariano!

La familiaridad se acentúa si vas a Sanxenxo, la nueva Jerusalén, donde Rajoy es de casa de toda la vida: no hay bar en el que no haya tomado una caña, ama de casa que no se lo haya cruzado en la pescadería ni paisano que no haya ido con él a los toros. “¿Yo con Mariano? ¡Íntimos!, desayunaba en casa un día sí, otro también”.

De manera que, coincidiendo con el Ramadán de agosto, por ver si encontraba la sandalia del profeta Mariano, me acerqué a “Sangenjo”. En la playa que el presidente del Gobierno frecuenta, estaba su esposa –los allegados le llaman “simplemente Viri”-, con los niños: una turba enfurecida les empezó a abuchear y tuvieron que abandonar la playa precipitadamente.

Cuando conté este episodio a mis hijas, opinaron que no está bien, que los hijos no tienen culpa de las cosas que hagan los padres y que ese abucheo a mujer y niños es injusto: comparto el sentido común de mis hijas. Pero, atentos a la próxima campaña electoral: personajes como José Luis Méndez y Salvador F. Moreda –capitostes de Caixa Galicia- ya han sido abucheados en restaurantes y apenas pueden salir a la calle. Muchos políticos no se atreverán en campaña a repartir besos en las residencias de ancianitos a los que acaban de recortar la pensión o que han perdido todos sus ahorros en las preferentes.

Esquilmados por las preferentes que llevaron su protesta al corazón de Sanxenxo: para entonces Rajoy y su familia ya estaban veraneando en el palacete de las Marismillas en Doñana; yo creía que eso solo lo hacían los corruptos presidentes socialistas, pero ya ves.

Total, que estaba yo con Mariano –aunque a mí me gusta llamarle respetuosamente Presidente- tomando unas birras en Silgar cuando le llamó Obama y se fueron a charlar y tal, y dejó la agenda sobre la barra. No pude contener mi curiosidad y cotilleé por ver si tenía alguna pista sobre las elecciones gallegas. Desvelo aquí en exclusiva los datos de la agenda del Presidente sin más comentarios: “23 de agosto, Supercopa Madrid-Barça. 28 de agosto, Vuelta Ciclista en Sanxenxo. 15 de septiembre: partido Nadal-Djocovic. 25 de Noviembre, Madrid-Barça” y una anotación a mano “si Alberto no lo estropea todo”.