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Pena y rabia otra vez, mucha rabia por los montes en llamas en Palacios de Sil, fragas de Villarino y Tejedo, tan frondosas, Bierzo puro y limpio, montes de osos y urogallos, nuestras raíces. También por los incendios de Valdeorras, de Canarias, de Valencia y por todos los estúpidos incendios forestales. ¡No es una colilla, imbécil, es el estado del monte abandonado, la yesca…

de la maleza crecida durante años y años de desidia!
¿No hay un responsable de los montes que dé la cara y dimita? ¿Alquien que tenga por obligación la limpieza y vigilancia de los montes, su sagrada custodia como bien público? ¿Un alcalde, un concejal, un presidente de diputación, un consejero de la cosa nostra a cuyo cargo estén la limpieza preventiva, los cuidados, la vigilancia? ¿No hay un juez, un fiscal que exijan cuentas por tanto incumplimiento?
Los incendios de agosto se apagan en diciembre: cada euro gastado en prevención ahorra diez en extinción y una larga secuela de males: la destrucción del bosque, la desertización de nuestros montes y valles.
Lamento, también, el incendio del Ayuntamiento de León, pero ojalá una ráfaga de rabia y pena incendiara todos los despachos de quienes tengan por obligación y cargo cuidar de nuestros montes y NO LO HACEN, del primero al último.
[Foto: Los montes de Palacios desde la cima de Valdeiglesias, por Anxo Cabada].