Cuando viajé a la Antártida, muchas personas me preguntaban si allí se nota el cambio climático y cómo es eso de que el calentamiento global produce un mayor deshielo en el litoral del Continente Blanco, lo que aumenta el volumen de agua dulce, altera la salinidad del mar y, en definitiva, afecta a todo el ecosistema. La respuesta es sí, claro que allí se nota, pero sería una respuesta incompleta si no añadimos a renglón seguido: ¡Y aquí también se nota!
¿Existe calentamiento y cambio climático aquí en El Bierzo? ¡Pues claro que sí, y tan grave y alarmante que deberíamos poner este asunto entre nuestras prioridades sociales, económicas, políticas y sanitarias.
Para los que son de lejos, El Bierzo es una hoya con forma de olla, una cuenca con forma de cuenco, una dehesa fértil completamente rodeada por altas montañas (desde Oencia y Ancares a Manzanal, pasando por La Cabrera o Catoute. Por ello, ya en el siglo XVIII, decía el padre Flórez que El Bierzo es una comarca en la que no se puede entrar, sino bajando. Es fácil entender, salvo que te dediques al negocio de las incineradoras, que en esta fosa tectónica encerrada por cadenas montañosas de 2.000 metros, la circulación del aire es difícil y cualquier producto tóxico emitido a la atmósfera berciana, acabará precipitándose sobre nuestro suelo en forma de lluvia ácida. Ese es el aire que respiramos: aire estancado, con altos índices de contaminación.
Esta realidad geográfica explica que El Bierzo figure en todos los estudios y análisis, desde la AEMET a la Junta de Castilla y León, pasando por el Ministerio de Medio Ambiente, entre las zonas más contaminadas de España. Y esta realidad geológica explica también que El Bierzo sea una de las zonas más sensibles de la Península al calentamiento, al cambio climático.
Nuestro frágil ecosistema —no menos frágil que el de la Antártida— se ve atacado por tierra, ríos y aire, no por una sola chimenea, sino por una y otra y otra más, chimeneas que emiten partículas nocivas a nuestra estancada atmósfera todos los días, año tras año, y esto es acumulativo: no se van, se quedan y acaban depositándose en nuestras huertas y en nuestros pulmones.
El último informe de la AEMET certifica que la temperatura media de la zona noroeste del Bierzo subió dos grados en 2017 (en la zona de Ponferrada, con datos desde 1951, la media anual ha subido un grado). En palabras del responsable de Predicción de la AEMET en Castilla y León, Jesús Gordaliza, “este cambio es una anomalía. El calentamiento es muy superior a lo que ha venido siendo normal”.
Un cambio climático anormal y, en mi opinión, catastrófico: los efectos del calentamiento están alterando el brote de las viñas o la floración de los castaños, retrasan el vuelo de las aves migratorias, o propician especies invasoras y nuevas enfermedades de nuestros árboles y cultivos. ¿Vamos a combatir esas nuevas plagas con más insecticidas o iremos de una vez por todas a la raíz del problema?
El problema es un modelo social basado en quemar: quemar petróleo, quemar coke de petróleo, quemar neumáticos, quemar basura, quemar carbón polaco, quemar salud, quemar puta-biomasa (dícese de la biomasa de origen desconocido), quemar montes y bosques, quemar la salud y quemar nuestro futuro. El Bierzo convertido en un gran crematorio, en un horno climático en el que la temperatura media aumenta cada año, disminuyen las precipitaciones y se agudiza la sequía.
Basta con salir de excursión por los montes de alrededor para comprobar que donde antaño hubo bosques frondosos, hay enormes zonas de pinares y eucaliptales, valles enteros arrasados por los incendios forestales y ríos cada vez más sedientos. Las proyecciones climáticas para el siglo XXI que hace la propia AEMET confirman todas las señales de alarma: más días de calor, menos días de lluvia y aumento de la temperatura que se dispara a partir de 2050 [Ver en la web de AEMET las predicciones para la provincia de León].
Foto: Anxo Cabada (de la serie Viaje interior al Bierzo)
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Para saber más:
AEMET
El cambio climático avanza y el Gobierno sigue inactivo
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