Voy a hablar de fútbol, así, sin anestesia; ahora que están todos entretenidos con la EPA, que si sube o baja el paro, y si la culpa es de Rajoy, que multiplica por cero los panes y los peces de la herencia recibida; o de Zapatero, que no vende un libro el pobre y está meditando si presentarse o no a las primarias. En León, digo.
Voy a hablarles de fútbol porque este país está enfermo grave de futbolitis aguda, dolencia mental crónica, que va a más: una sociedad con 5.896.300 parados que puede pagar cada semana entre 50 y 120€ por una entrada de fútbol, cientos de miles de entradas de fútbol, pero manda a sus hijos y científicos al exilio, es un país desahuciado, en la UVI.
En la ciudad más hermosa del Noroeste, donde antaño veraneaba la jefatura del Estado en pleno -y no me refiero a las monárquicas San Sebastián y Santander, sino a la vazquista La Coruña, con ele de Lendoiro-, el Depor ha cambiado de presidente después de veinticinco años, en un acto de mera higiene. Al escuchar a Lendoiro en su despedida, uno piensa: “Esta gente vive en otro mundo”.
Dónde viven, qué emisoras escuchan y con quién pasean o duermen, no lo sé, ni me importa; pero los del fútbol, presidentes, entrenadores y los de los calzoncillos de diseño, viven en los mundos de yuppi, a nuestra costa.
Vean el contrato de Neymar, otro marrón que le ha caido al juez Ruz, por si tenía poco trabajo con Gurtel, Bárcenas, Pescanova, los Carceller… y todo ello de suplente, en comisión de servicios, sin un mal contrato semivitalicio como el de Lendoiro, o como el de Villar, que va por el sexto mandato consecutivo en la Federación española de Fútbol: ¿Es o no es una enfermedad? ¡Desde 1988! ¿Es que no saben hacer otra cosa?
Pero estábamos con el cáncer de Neymar: 17 millones de euros este año, 46 millones en cinco temporadas. ¿Estamos todos locos o qué? Aún deben estar fabricando en China los portátiles prometidos por Zapatero a todos los colegiales; las calderas de calefacción revientan en una escuela frente a la torre de Hércules, la biblioteca municipal lleva tres años sin presupuesto para libros y la incubadora no funciona en la sala de partos de Valdeorras. Cada familia puede añadir una docena de agravios cercanos, mientras el presidente de la Federación de Fútbol gana el doble que el presidente del Gobierno, Messi anda en los 10 millones de salario anual, Ronaldo en 13, Neymar en 17… ¡o en 77?
Este fútbol español inmobiliario y corrupto, lleno de cajas B, mamandurrias y zonas de sombra, de palcos en los que circulan cheques, solares, cemento, sexo, coca… acumula una deuda de 3.600 millones, de los que 752 son con Hacienda, es decir, con todos nosotros, conviene repetir su propio eslogan, “Hacienda somos todos”, para que sepamos que Lendoiro, Villar, Florentino, Rosell y todos estos impresentables nos deben a los ciudadanos 752 millones de euros. La Agencia Tributaria les ha concedido aplazamientos de hasta cinco y seis años, lo normal, como a todo hijo de vecino, porque para Hacienda todos somos iguales. ¿O no?, que diría Torres, el ex-socio de Urdangarín.
@ValentinCarrera
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