(…) ¿Qué ha sido de aquellos 20.000 bercianos emigrados en los años 20, de sus hijos y nietos, y de todos los demás que hemos tenido que emigrar desde entonces? Existe un Bierzo de la diáspora, olvidado y desconocido, a veces desconectado —aunque nunca se pierdan las raíces y las conexiones emocionales—, que deberíamos recuperar, escuchar, reconectar.
Ahora que se disparan las alarmas sobre el futuro del Bierzo, sería un acierto escuchar, recuperar y reconectar a miles de bercianos dispersos por el mundo. Debemos exigir nuestro derecho a votar en las elecciones locales y autonómicas (como lo tienen reconocido los hijos de los emigrantes gallegos) y a participar individual y colectivamente en las decisiones de nuestra tierra.
Todos somos necesarios para construir ese futuro: El Bierzo mestizo y los paisanos de la diáspora; los pata negra nacidos en Villafranca y los neo-bercianos nacidos en Torre, nietos de mineros pakistaníes; los que viven dentro y los que vivimos fuera de la comarca; los adoradores del botillo nocturno y los cabovercianos. Ante los graves retos que nos esperan, ha llegado la hora de escuchar y reconectar a la diáspora berciana.
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