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Realmente da una inmensa pereza leer una y otra vez, cansinamente, las noticias sobre la diarrea orgánica del exbipartito gallego, ya sean sobre el PSdeG o sobre el BNG. Como lector me pongo en los zapatos de miles de lectores y me parece compartir con ellos una inmensa sensación de hastío y cansancio. Como analista, no recuerdo ningún momento más soez y bajo en la política gallega; y debemos hacer, sin embargo, un esfuerzo por intentar comprender lo que está pasando. No es que nos vaya la vida en ello, pero la evaporación de la izquierda gallega es de tal magnitud que en el próximo combate, para el que quedan pocos meses, podría ganar el PP por K.O. o simplemente por incomparecencia del contrario. Que la gente, como gusta decir Rajoy, ha desconectado hace tiempo de la gastada maquinaria de estos dos partidos es algo que se reitera en todas las encuestas y estudios de opinión.

La brecha izquierda/ciudadanía es cada vez más grande. El desinterés es mutuo: PSdeG y BNG llevan tres años pasando de los ciudadanos y hablando de sí mismos, de sus líos internos y de sus cargos. Han vuelto la espalda a la realidad y la calle los ignora, sin que eso signifique –cuidado- que la gente no siga teniendo verdadero interés por la Política con mayúsculas, en la que se juega sus garbanzos, su salud y la escuela de sus hijos. La descomposición interna del BNG es de manual estalinista: aquí no ha pasado nada, goteo de bajas planificado, descalificación del disidente, prietas las filas. Pertenece al mundo de la ciencia ficción política.

Muy oportunamente, Suso de Toro [El País] ha situado el debate en el campo de la antropología, pero nos serían también útiles algunos análisis complementarios desde la Criminología, el Derecho, la Medicina, la Psiquiatría y otras especialidades. Los delirios, las manías persecutorias, la obsesión por degollar al hijo descarriado –convirtiendo a Martiño Noriega en blanco de todas las iras, que será ejecutado en la plaza pública para ejemplo y escarmiento-, el desapego de la realidad, todo apunta a una demencia política colectiva. En el otro cacho del exbipartito, el PSdeG es el camarote de los hermanos Marx. La aparición de Elena Espinosa, sub especie Virgen de Fátima, revelándose a los pastorcillos a una semana del Congreso, es digna de Buñuel. Al reunir bajo su manto celestial a todos los cabreados, de pelajes tan distintos y distantes, Espinosa acabará haciendo bueno a Pachi. Maravilla ver cómo se improvisa, “en horas 24, de las musas al teatro”, un programa “de izquierdas” y un modelo de partido.

Este fin de semana los delegados del Congreso socialista gallego podrán escoger entre Coca-Cola y Pepsi-Cola. ¿Pero es que no queda nadie en el PSOE sensato que se de cuenta de que todo este barullo no es creíble, que no hay programa ni modelo en uno ni en la otra, que no hay renovación en ninguno de los dos, sino desgaste, agotamiento físico y mental y más de lo mismo? El último en salir, que cierre la puerta, por favor. @Tornarratos