Hace años, coincidíamos en el cole a buscar los niños. Diez años después, lo veo cada tarde pasear hacia ninguna parte, arrastrando los pies, abatido por la soledad, el paro. Vencido por el alcoholismo, derrotado por la vida, abandonado por sus hijas, marginado. Cualquiera de nosotros, yo mismo, podríamos ser él y estar desahuciados. Y nadie nos miraría a los ojos cuando nos vieran arrastrando los pies hacia el abismo.
Foto Anxo Cabada.