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No sé qué habrán hecho ustedes, pero después de vomitar, yo he felicitado a Rajoy. Cuando el dedo señala la Luna, los socialistas de vista cansada miran al dedo. El dedo es Pedro Sánchez y la luna creciente se llama Mariano, satélite de plasma orbitando el planeta Corrupción.

El dedo del extraterrestre Pedro E.T. lleva meses señalando la luna de La Moncloa con insistencia: “¡Mi casa, mi casa!”, pero la casa tiene dueño, hace décadas que está hipotecada por la banca y el IBEX35, y custodiada por el mastín sevillano Felipe González Márquez, que ha nombrado heredera universal a su hija Susana Díaz, por mal nombre Omaíta.

La culpa de las malas noticias nunca es del mensajero, pero esto no ha sido una información, sino al contrario, una desinformación sistemática: el linchamiento de Pedro E.T. es la operación de marketing político mejor orquestada y pagada del siglo, con PRISA como abanderado olímpico, en un ejercicio de cinismo que provoca su incontenible hemorragia de lectores. Es su problema: hace siglos que dejé de leer al portavoz oficial de La Moncloa, antaño referencia generacional. Mientras El País cae en credibilidad y audiencia, otros medios se consolidan, algunos con los mejores profesionales expulsados por Cebrián. Fin de ciclo felipista y no me da ninguna pena: ¡Váyase, señor González!

Por más que este insaciable Saturno prolongue su agonía y muera devorando a sus hijos (¡pocos meses antes proclamó en un mitin su apoyo incondicional a Sánchez!), la generación de Felipe está de salida; y esta resistencia numantina al relevo, este querer ser secretario general perpetuo, compartida por decenas de ibarras y corcueras amortizados, con más de cuarenta años de sueldo y coche oficial, tiene fecha de caducidad.

El inmenso poder mediático de la caspa, encarnado en El País y la Ser, dóciles para disparar la bala de plata, pero también en esos programas amarillos de La Sexta (rebautizada en Twitter La Secta), como el reality de Ferreras, cualquier cosa menos periodismo, ha puesto todas las vísceras en el escaparate. Pedro Sánchez Kennedy, asesinado en Ferraz al filo de la medianoche: un magnicidio minuciosamente programado. Al final, tenía algo de razón Pablo Iglesias, que pudo evitar este desastre y no quiso: ¡Cuídate del de la cal viva y de los idus de septiembre!

Diez meses hablando de lo mal, muy mal, que lo hizo Pedro es una cortina de humo perfecta para que no se hable de Rajoy y su PP. Rajoy es el tío con más suerte del mundo, si todo fuera casual. Ese PP imputado por un juez como organización criminal, liderado por el peor gobernante de la democracia, se va de rositas a una investidura amañada por Felipe mediante el nuevo Tamayazo vivido este fin de semana.

Antes de matarlo, a E.T. Sánchez le han cortado el dedo de cuajo para que todos veamos cómo sangra en la casquería de Ferreras; pero “no es eso, no eso”: no dejemos de mirar la cara oculta de la podrida luna mariana. Nos va en ello el destino de este país y el futuro de nuestros hijos e hijas.

Ilustración: Cartel de la película E.T.

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