[Sintonía de Antena 3 y La Sexta] “Faltan 5 días, 6 horas y 7 minutos para que se abran las urnas y, cuando son las 9:50 h. del 15 de diciembre, veinte millones de votantes ya saben quién ha ganado el debate…”. [Fin de la musiquilla y fin de la cita].
¿Cómo decir a esos veinte millones de seres con sentido común medio lo que ya saben? Entre tanta simpleza, intentemos la eficacia de lo obvio:
Ganó el debate Soraya Sáenz de Santamaría, que lo hubiera bordado, y lo perdió Rajoy, impaciente y con ganas de irse al sofá. Tiene las horas contadas.
Ganó el debate el diputado Pedro Gómez de la Serna, un pata negra del PP, ¡todo por la pasta!, con asiento en la Diputación Permanente del Congreso, que se la bufa lo que digan Rajoy y Génova. Lo perdió Pedro Sánchez, incapaz de sacar el escándalo (¿hubo pacto de silencio?).
Ganó el debate el registrador de la propiedad con 30 años en excedencia poniendo el grito en el cielo, “yo no estoy en política para ganar dinero”, y lo perdió el aspirante, incapaz de noquear preguntando por el expediente Rajoy, vergonzosamente oculto y clasificado secreto. ¡Voilá la Ley de transparencia!
Para los del PP ganó el debate Rajoy; para los del PSOE ganó Pedro. Para los demás, ni fu ni fa. De las dos horas de plasma, media horita de zascas y el resto encefalograma plano. Sánchez ganó algo, porque tenía mucho que ganar; y perdió Rajoy, acorralado, porque solo podía perder.
Ganó el debate Jordi Évole, paradigma del nuevo periodismo, y lo perdieron Manuel Campo Vidal, Navarrete y la Academia de TV, paradigma del periodismo fósil, del siglo pasado. Campo Vidal, que dio mucho juego en las redes, recordaba a Íñigo en el Festival de Eurovisión: “¡Casta, tres puntos, three points, trois points!”.
En realidad todo fue rancio y decimonónico, un debate vintage, que tenía mérito en 1993 con Aznar y Felipe, fuera de lugar en 2015, cuando el ruge ruge de la calle empieza a ser un tsunami político y social de largo alcance. La calle, una vez más ausente.
El debate de anoche entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez pasará a la historia como el acta de defunción del bipartidismo, con Campo Vidal administrando la extremaunción y los santos sacramentos. El próximo domingo 20D es el entierro.
@ValentinCarrera