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—Primer municipio Residuo Cero de Madrid, según Zero Waste Europa.

Todos y todas tenemos una cuota de responsabilidad en la destrucción del planeta Tierra y su conversión a humo y cenizas ardientes, o lo que quiera que salga de la gran pira del consumismo, de esta juerga inacabable en honor del dios Petróleo. Todos hemos arrojado al fuego nuestra botella, nuestros neumáticos o nuestra bolsa de basura entremezclada, pero unos más que otros…

El sistema es habilidoso para trasladarnos “su” responsabilidad, con sofisticada ecopropaganda vestida de lagarterana verde, hasta hacernos sentir culpables de no reciclar aquel envase, aquella toallita: ¡Oh, pecador@!, el mundo sucumbirá por tu culpa, por tu grandísima culpa, mientras el sistema sigue produciendo millones de envases de un solo uso, superfluo.

Por cada millón de plásticos vomitados al planeta, cada vez que yo consuma uno, solo uno, admitiré mi deuda alícuota (1.000.000/1), cuando el fabricante admita la suya. Ni en este ejemplo, ni en todas las demás amenazas ecológicas, tenemos igual carga los fabricantes, los gobiernos y los ciudadanos: no les compro ni un gramo de la suya, ni una palabra de sus mendaces campañas de distracción. Son las empresas y los gobiernos petrófilos quienes han estado y están en el puente de mando, conduciendo el Titanic hacia el abismo climático.

Sin dejar de vigilar a los plastificadores, os invito a tender la mirada hacia quienes desde abajo trabajan por dar —darse a sí mismos y darnos a los demás— soluciones ecológicamente sostenibles. Necesitamos modelos eficaces, contrastados, creíbles, en los que basar nuestras propuestas alternativas. Tan necesario es saber hasta qué punto detestamos esta sociedad de la basura, como conocer y compartir formas reales de salir del basurero. Comenzaré por el modelo de economía circular y residuo cero de El Boalo, cuya explicación agradezco a Blanca Ruiz, ponente en el Encuentro contra la Incineración celebrado recientemente en Ponferrada.

Empleo verde
En la Comunidad de Madrid, en la sierra del Guadarrama, en la cuenca alta del río Manzanares, hay un pequeño municipio, El Boalo, 7.500 habitantes repartidos en tres núcleos: El Boalo, Cerceda y Mataelpino. Hasta el año 2016, la limpieza y recogida de basuras estaba subcontratada a una empresa: “Buena recogida, buena limpieza, pero gestión nula de los residuos”. Algo demasiado habitual en tantos y tantos ayuntamientos.

En julio de 2016, El Boalo asumió la gestión directa de sus residuos —en vez de balones fuera, un primer paso hacia la corresponsabilidad—, con un claro planteamiento ecosocial: creación de empleo verde. Frente a la consabida recogida pasiva de basuras (el camión que se lo lleva todo, junto o separado, y usted se desentiende), los vecinos de El Boalo, Cerceda y Mataelpino comenzaron a escuchar palabras como recogida puerta a puerta, islas verdes, huertos urbanos, el quinto contenedor, compostaje domiciliario, compostaje comunitario o avicomposteros; y hasta la memoria rural, sepultada por nuestro reciente barniz de urbanitas, recuperó la noción “rebaño de cabras”.

La novedosa gestión de los residuos en El Boalo practica la filosofía circular —sin entrar ahora a discutir la economía circular—, llenando de contenido las palabras Reciclar y Reutilizar, desde la separación y recogida de basura puerta a puerta hasta el mercado Buena Compra, basado en servicios y productos locales de calidad, pasando por un divertido avicompostero escolar, en el que los niños y niñas aprenden que los huevos no nacen en los supermercados.

La basura orgánica de 250 familias se deposita ya en compostadoras comunitarias, tuteladas por el ayuntamiento, obteniendo un compost orgánico tipo A, apto para la agricultura ecológica, por ejemplo en los huertos urbanos creados en El Boalo. La recogida puerta a puerta ayuda a concienciar a los vecinos, mejorando la separación de residuos en origen y sensibilizando a todos. El ayuntamiento ha puesto en marcha también la recogida de restos vegetales en sacas de un metro cúbico, evacuadas periódicamente. Un sistema sencillo, limpio y económico.

El rebaño municipal de cabras, que suena pintoresco, no solo ramonea el entorno, sino que produce queso de cabra artesanal y ecológico de primera calidad, actividad tradicional en la sierra del Guadarrama, recuperada con valor económico; más puestos de trabajo verdes.

Desde que El Boalo ha implantado la gestión directa de sus residuos, las cifras son tan espectaculares que el 31 de marzo de 2017, Zero Waste Europa declaró El Boalo como “primer municipio Residuo Cero de Madrid” y, entre otros reconocimientos, el prestigioso programa El Escarabajo Verde (TVE) acaba de dedicarle un documental imprescindible: “La aldea gala”.

La aldea gala del Residuo Cero —donde lo pequeño es hermoso— debería ser puesta como modelo de los municipios gobernados por Pilatos que se lavan las manos y transfieren su basura a la cuenta corriente del planeta. Queda mucho por hacer —mejorar el punto limpio, más compostaje, elaboración de biodiésel; además de los proyectos piloto para 2019: cría de larvas de mosca negra para compostaje, producción de biogás, elaboración de pellets con posos de café, etc.—, pero El Boalo, Cerceda y Mataelpino son ya un ejemplo, una comunidad que grita: ¡Arriba las ramas!

Leer en EfeVerde.

Para saber más:
“La aldea gala”, El Escarabajo verde, TVE.
Buena Compra: Mercado municipal on line.
Reutiliza (web local para reutilización e intercambio).
Línea verde: asesoramiento municipal en medio ambiente.