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Lo que muchos pensamos —en Canarias, en Monzón, en El Bierzo y en todas partes— es que en vez de “biomasa natural”, que sería antieconómica, el verdadero negocio será quemar “biomasa residual” y plantaciones masivas de eucalipto, ya en marcha. Desertificación y muerte del bosque autóctono y su biodiversidad.

Lo que paralizó las plantas de Monzón y Puerto de la Luz no fueron ramas y matojos, sino aceites, purines, lodos, restos orgánicos agrícolas y ganaderos (¿se acuerdan de las vacas locas?), biomasa residual cuya incineración produce emisiones tóxicas y cancerígenas. No veo por qué la salud de los bercianos, ya demasiado castigada, ha de ser menos valiosa que la de los aragoneses y canarios. ¡Arriba las ramas!

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