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“¡Castilla, qué poco vales, que ya ni una sola región sostienes con tu nombre!”.

He llegado tarde a la lectura de Ordás, paseante cartujo por la descansada senda de su Ardón natal. Conocía el ensayo La región idiomática del Bierzo, que perfecciona el clásico de Menéndez Pidal sobre El dialecto leonés; pero confieso que nunca estuve atento a la producción literaria de nuestro exilio, esa asignatura pendiente, en la que Ordás es primus inter pares.

[…] Las cartas cruzadas entre Ordás y Menard durante veinte años (1940-1960) desmienten ciertos bulos sobre la autoría de Las cenizas del Fénix, atribuida por algún catedrático desinformado —véanse en las actas del congreso los artículos de Asunción Castro, Gregori, Flecha y otros— a tres autores leoneses, sin duda dignísimos, a quienes esta atribución apócrifa no desagrada, pero al César lo que es del César.

La influencia de Ordás —e incluso la de Menard— es diáfana en La soledad de los perdidos, La fuente de la edad, El espíritu del Páramo, El año del francés, Cuentos del reino secreto o Intramvros, reconocidas obras de Luis Mateo Díez, Juan Pedro Aparicio y José María Merino. Sus tres brillantes estilos —diferentes y originales— delatan el magisterio común de Ordás: es el ADN del padre el que está en los hijos, y no al revés. Tanto Ernesto Escapa, en El casero de Ordás, a propósito de Dámaso Santos, buen amigo de don Sabino; como Manuel Andújar, en su prólogo omnisciente a Las cenizas, confirman la benigna influencia de Ordás en toda una generación literaria.

Leer artículo completo en La Nueva Crónica.

Portada: Retrato de Sabino Ordás por Dalí, 1927, colección secreta de la Casa Botines Museo Gaudí.


Enlaces sobre la vida y obra de Ordás:
Ernesto Escapa, El casero de Ordás.
Congreso Internacional Sabino Ordás.
Blog de Ardón.
Israel Prados, Del legado de Sabino Ordás.