La lectura de los 39 folios de la querella de Podemos y Guanyem Barcelona contra el clan Pujol transmite una primera impresión de pretender abrir una «causa general» al pujolismo desde la Transición hasta nuestros días. Pero esto no es una crítica, sino constatar una desolación: solo tirando de la manta hasta el final PODREMOS desenmascarar lo que la querella llama sin medias tintas, «asociación para delinquir». Igual que las bandas mafiosas, los proxenetas o los traficantes de drogas, estamos ante una (presunta) BANDA CRIMINAL, de la que forman parte políticos, empresarios, financieros y altos funcionarios.
La querella se dirige a Jordi Pujol, su mujer Marta Ferrusula y los cinco hijos de ambos, más algunos amigos íntimos como Carles Sumarroca, cofundador de CDC y el centro de la denuncia es claro: los denunciados han amasado una fortuna (1.800 millones, según el informe de la UDEF) robando dinero público, principalmente del presupuesto catalán, mediante comisiones y concesiones irregulares.
Los delitos imputados son tráfico de influencias, blanqueo de capitales, cohecho, malversación de fondos públicos, prevaricación, falsedad en documento público y un delito de omisión de perseguir delitos…
Si el juez admite la querella y da curso a las diligencias solicitadas (que incluyen toda la documentación de los querellados -IRPF, Patrimonio, cuentas aquí, en Andorra y Suiza, en paraísos, amén del testamento del padre/abuelo de los Pujol, etc.-, el Molt Honorable y su familia tienen un problema. Y si no, también, porque el cúmulo de indicios, la lista de las 28 sociedades instrumentales y las sospechas de actividades ilícitas es tal que nada podrá detener (esta vez) la acción de la Justicia.
Con esta querella, y las anteriores que ya están en el Juzgado nº 5 de la Audiencia Nacional y en el nº 31 de Barcelona, la familia Pujol inicia su bajada a los infiernos y la sociedad española y catalana recuperan un poco de dignidad, pero dada la alarma social y la posibilidad de destrucción de pruebas y la gravedad de los hechos, no estaría de más que Jordi Pujol y sus hijos estuvieran ya en la cárcel, paseando su insolencia por el patio de rejas. Por cositas mucho más leves, están las cárceles llenas de chorizos de poca monta.
[Pots data: Esto mismo hemos opinado en su día de Manuel Fernández Sousa, que saqueó Pescanova con una trama de sociedades opacas interpuestas con sede en paraísos fiscales muy similar a la de los Pujol. El modus operandi de ambas bandas es el mismo y, desde luego, hay otros más que podrían salir a la luz en el entorno del IBEX35, pero da la impresión de que tras el fiasco de Pescanova, la casta haya decidido poner un cordón sanitario o un cortafuegos antes de acabar siendo protagonistas de aquel sainete de Berlanga, Todos a la cárcel.
Por cierto: Sousa sigue disfrutando de su mansión en primera línea de costa en la ría de Vigo y de su lujoso yate fondeado en la bahía de Nápoles.]
Imagen: Infierno, tabla de El Bosco [blog de Cristina Sanz]