Augusto Monterroso habló del dinosaurio en el microrrelato más famoso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Se lo tomo prestado, con el debido respeto, pues cuando no sabemos mejorar algo es preferible el modelo a la copia.
Quizás para hablar de la NO-crisis en la que parecen haberse instalado Rajoy y el PP, tras la depresión postcoital del 22M, sea más apropiada la imagen del mamut congelado; pero mamut o dinosaurio, hablamos de una NO-crisis que quiere sustanciarse en términos del Paleozoico.
Es posible que cuando estas líneas lleguen a lectores y lectrices, don Rajoy haya puesto patas arriba el Gobierno y el PP con una revolución bolivariana de no te menees, pero es más probable lo contrario, que este Lampedusa perezoso se empeñe en sostenella y no enmendalla, y no seré yo quien le dé buenos consejos. Al contrario, si me escuchara, le recomendaría poner al ministro Soria de portavoz (a ser posible dejándose otra vez el bigotito aznariano), y repescar para Moncloa la savia nueva de todas esas listas ganadoras: Aguirre, Fabra, Bauzá, Herrera, Rudi, Pedro Sanz y Doña Cospedal. Un gabinete medieval, ¡ánimo, Presidente, no defraudes a tus huestes!
Haga lo que haga el Lampedusa galaico, ya sea tirando de banquillo de imputados o elevando a Pablo Casado y Alonso a la categoría de superhéroes de Marvel, lo vergonzoso de esta NO-crisis es la manera oscurantista y trapacera de gestionarla. Raro concepto de democracia en la que el añorado Aznar anotaba los designios divinos en un “cuaderno azul”. Raro sentido de la responsabilidad el ir y venir de Rajoy, desde el “hemos ganado y todo está bien”, al día siguiente del batacazo, hasta “algo habrá que cambiar”.
Hablando de democracia, ¿dónde están los estatutos del PP? ¿En qué artículo dice que el Amado Líder cesa, nombra, fulmina o eleva a los altares? El PP (y no solo el PP, la dedocracia interna es endémica, pero hoy la NO-crisis le afecta al partido del Gobierno y al Gobierno del partido) hace tiempo que ha arrinconado el debate sano, la necesaria confrontación de ideas y proyectos: se diría que en las bases no hay ideas –que sí las hay, solo que nadie las escucha–, y que los pegacarteles, buzoneadores y “modélicos interventores” están solo para eso, para bregar y callar en los bajos y sótanos. Ya está en la azotea el Amado Líder para decidir por ellos. Mientras, en la entreplanta, los cargos, carguitos y carguetes disputan agriamente entre sí a cara de perro por mantener o alcanzar la piñata, esta vez más disputada y escasa.
Por las formas de gestionar esta crisis (la de Gobierno a espaldas del Parlamento y de la sociedad; la del partido a espaldas de sus militantes y votantes); por el tono perezoso y hostil, apenas disimulado por una forzada sonrisa que no llega al mínimo de sinceridad requerida para ser comprendida por los demás como lenguaje corporal sano; por la ambigüedad, el vaivén, el no te muevas que no sales en la foto, y todo el hálito prehistórico que contamina esta NO-crisis, a la que solo le falta el motorista de Franco, creo que Mariano Rajoy no solo no escucha, sino que no ha comprendido nada de lo que está pasando.
Toda la poderosísima maquinaria de poder (estatal, autonómico, provincial, local…), apoyada por medios de comunicación que deberían empezar a explicar sus cuantiosas pérdidas, sus deudas millonarias y su quiebra, engrasados con dinero institucional; toda una cruzada de miedo y amenazas, asustando a viejecitas y pensionistas con soviets y quema de iglesias; todo un partido grandioso como el PP, de pronto ha sido ganado en plazas como Madrid, Compostela o A Coruña por una pandilla de hippies, desgreñados, con cuatro duros, con una campaña con escasísimos medios pagados a escote por compañeros y vecinas.
Su problema, señor Rajoy, no es cambiar a Wert por Cospedal y a Floriano por Pablo Casado: su problema, además de usted mismo, es que cuando este país despertó, el dinosaurio seguía ahí.
@ValentinCarrera
Ilustración: blog Democracia jurásica